Domingo, 7 de julio de 2013 | Hoy
Por Juan José Panno
Enrique Escande era un periodista de verdad. De los que piensan que este oficio debe estar puesto al servicio de la gente. Fue un gran notero en la televisión, un notable comentarista en varias radios, un agudo cronista en la agencia EFE, donde trabajó en las últimas décadas. Estaba orgulloso de haber comentado las finales de varios mundiales de fútbol. No era para menos. Entre todos los enviados españoles incluidos, la agencia elegía a Quique para las grandes coberturas. Puso el límite de la dignidad profesional cuando hubo un cambio de mando y en los torneos internacionales los responsables de la agencia fijaron un viático de primera categoría para los periodistas europeos y otro de segunda para los latinoamericanos.
Dejó la marca de varios libros: Memorias del Gasómetro, La Viruta del fútbol (jugosas anécdotas con la colaboración de Carlos Werd y Diego Borinsky) y 10.000 horas de fútbol, una recopilación de notas de Diego Lucero, de quien era amigo, tanto como del charanguero Jaime Torres.
Fue docente de periodismo Quique Escande. De los buenos, de los exigentes, de los que entregan generosamente todo lo que saben. Una vez se enojó con los alumnos de Deportea que se resistían a buscar datos en los archivos de papel y reproducían lo primero que encontraban en Internet. “Déjense de joder con esa cosa de Internet que es una pelotudez mundial que no va a durar mucho tiempo”, exageró. Hasta ayer nomás se reía de sí mismo.
El Quique Escande era un gran oyente de radio. Buceaba en todos los programas, especialmente los nocturnos y se entusiasmaba cuando pescaba periodistas jóvenes que hablaban con propiedad. Como obsesivo del idioma, se enojaba (a los gritos) cuando alguien decía “vuelvo a repetir” “juegan por el tercer y cuarto puesto” o alguna barbaridad por el estilo.
Se aprendía todo el tiempo al lado de este gran tipo, querido y respetado por todo el ambiente, fiel militante de la Utpba, consecuente luchador del derecho de los laburantes que como tal tuvo una activa participación en las actuales paritarias de prensa.
Tenía 62 años intensa y dignamente vividos, las tres cuartas partes de ellos al lado de Celia, una maravillosa mujer. Sus restos serán inhumados hoy en Chacarita. Ya lo empezamos a extrañar. Mucho.
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