Martes, 28 de junio de 2016 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Agustín Rossi *
Por estas horas la Argentina habla de Lionel Messi. Ya prácticamente no se habla del resultado con Chile. Se habla de la renuncia de Lio.
Obviamente, vos podrás decir: “¿Es posible que habiendo todos los problemas que hay, el país entero esté hablando de Messi?”. Unos dirán: “¿Cómo vamos a estar hablando de Messi en medio del escándalo de José López?”. Otros, en cambio, dirán: “¿Cómo estamos hablando de Messi en medio del tarifazo, la recesión y el creciente desempleo?”
Pero es así. Este país es así. Los argentinos vibramos con el fútbol. Nos apasiona. Nos apasiona tanto que perdemos muchas veces la racionalidad. Por eso, justamente por eso, creo que hay que parar la pelota. Y pensar. No tenemos que dejar que Messi renuncie a la Selección Argentina. Pero no voy a hablar de lo que todos sabemos. Que es el mejor jugador del mundo. Que cualquier país quisiera tenerlo en sus filas. Que es el máximo goleador de la Selección. Que no jugar con Lío (pudiendo estar en condiciones de jugar) es una ventaja enorme para nuestros adversarios.
Todos estos son motivos futbolísticos, deportivos. Pero hay otros motivos por los que tenemos que evitar que Messi renuncie a la Selección Nacional. Si Messi renuncia habremos perdido una batalla cultural. Sí, leíste bien. Que Lío deje la Selección porque no logró darle al país un título después de jugar tres finales significará un enorme retroceso en términos culturales.
Vos dirás ¿por qué? Te doy mis razones, obviamente discutibles, como todas las ideas. Sólo es mi “verdad relativa” como solía decir Néstor Kirchner. En primer término: ¿en qué lugar está escrito que la dicotomía es “campeones o fracasados”? Yo recuerdo “Unidos o dominados”, “Liberación o dependencia”, “Democracia o corporaciones”. Pero: ¿no es mucho “campeones o fracasados”?
¿Sólo van a reconocer tu esfuerzo si salís campeón? ¿La única manera de trascender es llegando a lo más alto? ¿En qué lugar está escrito? ¿Si no sos campeón tenés que renunciar?
Es una locura. Son millones los argentinos (Lío es uno de ellos) que se levantan todas las mañanas, que ponen todo lo mejor, que se rompen todo haciendo lo que tienen que hacer. Y sin embargo, no ven coronado ese esfuerzo en un triunfo rotundo.
¿O no hay gente que se rompe el alma y no consigue trabajo? ¿O no hay argentinos que viven esforzándose y sin embargo no logran darle todo lo que quisieran a sus hijos? ¿No hay pibes argentinos que se matan estudiando y sin embargo no les va del todo bien en su escuela o universidad? ¿No hay argentinos que se sacrifican y no consiguen el objetivo logrado?
Es falso que si te esforzás vas a conseguir el objetivo que buscás. Lamento contradecir alguna propaganda publicitaria actual, pero la “meritocracia” no existe. Nunca existió. Si te esforzás, podés estar más cerca del objetivo. Pero nada ni nadie te garantiza el logro pleno del objetivo.
Messi nos llevó a tres finales. Es cierto, no conseguimos ser campeones. ¿Pero lo podemos considerar un fracaso? ¿El mensaje social puede ser “si no sos campeón sos un fracasado”? ¿El esfuerzo, la pasión, las convicciones con que hacemos las cosas no cuentan si no salimos campeones?
Además, hay otro elemento cultural a tener en cuenta. El éxito, haber logrado el objetivo de ser campeones: ¿depende sólo de Messi? ¿El problema es Messi? ¿Seguimos pensando en los “grandes hombres” que vienen a salvarnos? ¿Seguiremos buscando los “mesías” que hagan individualmente lo que colectivamente no somos capaces de lograr?
Es curioso: el mensaje que baja del gobierno nacional, elegido hace pocos meses, es “Juntos podemos hacerlo”. Pero escuché por estas horas a muchos que votaron a Macri defenestrando a Messi porque no le dio el título a la Argentina. Todas las culpas son de Lio. Lo colectivo, el equipo, no cuenta. Toda la responsabilidad es suya. Otros también erraron penales. O fallaron a la hora de definir. Pero el que tiene que renunciar es Messi. ¿Se dan cuenta de la hipocresía de los planteos?
Les voy a contar una intimidad familiar. Ayer a la noche, cuando se enteró de la noticia de que Messi renunciaba a la Selección, mi hijo Ignacio (Nacho) lloró frente al televisor. Quizás era una mezcla de angustias: la de la derrota, la renuncia, sumada a otras razones que siempre pueden tener los adolescentes. Pero yo me preguntaba ¿cuál es el mensaje que esta circunstancia le está dando a los pibes y pibas como Nacho? ¿Qué mensaje le estamos dando, nos estamos dando, como sociedad?
Yo no quiero una Argentina donde el debate sea entre campeones o fracasados. Yo no quiero una Argentina donde todas las responsabilidades del objetivo no logrado se las colguemos a una sola persona.
Quiero una Argentina donde se reconozca el esfuerzo. Pero se acepte que la derrota es parte de la vida. Quiero una Argentina donde no lavemos culpas en otros. Donde dejemos de hablar de “mariscales de la derrota” y empecemos a invitar a los argentinos al logro de pequeños objetivos, uno tras otro, paso a paso. Ni los logros ni los fracasos son individuales, debemos admitirlo. No por Messi. Ni por la Selección. Por todos nosotros. Individuales, debemos admitirlo. No por Messi. Ni por la Selección. Por todos nosotros.
* Diputado del Parlasur.
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