Martes, 20 de septiembre de 2016 | Hoy
DEPORTES › TENIS > LAS DEFINICIONES DE DANIEL ORSANIC, UN ENEMIGO DE LA POLéMICA
El capitán del equipo argentino que eliminó a Escocia ha traído al tenis un período de armonía inusual en los últimos tiempos, basando su trabajo en la cercanía con los jugadores y en hacerles sentir una confianza total en sus capacidades.
Por Ignacio Encabo
Una caricia por allí, un guiño de ojo acompañado por una palmadita por allá: Daniel Orsanic tiene una apuesta clara y definida, la de la confianza y la tranquilidad, y por ahora el capitán argentino de la Copa Davis está recogiendo los frutos. De voz pausada y tono dialéctico –a menudo se extiende tanto en las respuestas que olvida parte de la pregunta–, el ex doblista nacido hace 48 años en Buenos Aires es en parte responsable de la calma que se respira actualmente en el tenis argentino, que en la última década acumuló polémica tras polémica.
Orsanic, que en 1998 llegó a ocupar el puesto 24 del ranking mundial de dobles, asumió la capitanía del equipo argentino de la Copa Davis en diciembre de 2014. Ahora, dos años después, clasificó al país a la quinta final de su historia con un impactante 3-2 en la semifinal del fin de semana pasado en Glasgow, ante el Reino Unido.
Casualidades del destino, en la final tendrá enfrente a Croacia, el lugar donde están las raíces de los Orsanic. El capitán, sin embargo, apenas sabe decir “hola, ¿qué tal?” en el idioma balcánico. “Mi familia escapó después de la Segunda Guerra Mundial”, relató Orsanic en la noche del domingo en el Emirates Arena. “No tenían quizás el mejor de los recuerdos de Croacia y por ese motivo quizá no me enseñaron el idioma.”
“Tengo sangre croata, pero eso es todo muy relativo. Yo soy argentino de nacimiento y de corazón, tengo los colores bien pintados en el corazón”, añadió no obstante. Instantes después fue a abrazar a Milagros, la mujer de Leonardo Mayer, el hombre que se vistió de héroe en la semifinal para sustituir a un extenuado Juan Martín Del Potro y dar a Argentina el billete a Croacia. Esa es una de las principales cualidades de Orsanic, la cercanía. “Me parece que es fundamental el manejo de las relaciones humanas. Los jugadores ya están formados y tienen su propio equipo de trabajo, lo que hay que hacer es coordinar sus esfuerzos, saber que la Davis trasciende cualquier nombre”, señaló en diciembre de 2015 al periódico El Eco de Tandil el hombre que lleva el tenis en la sangre, pues su padre ejerció de entrenador tras emigrar a Argentina.
La Davis trasciende cualquier nombre para Orsanic, pero eso no quiere decir que todos han de ser tratados por igual. Ahí está el ejemplo de Del Potro, al que mima y cuida todo lo que puede. “Orsa”, como le llaman en el equipo, acompañó a Del Potro recientemente en varios torneos. El argentino regresó hace muy poco de una lesión en la muñeca que casi lo obliga a retirarse y desde mediados de 2015 está sin entrenador. La voz de Orsanic es la que más escucha. Del Potro, además, tuvo un papel muy importante en la designación del capitán. El campeón del US Open 2009 tuvo una mala relación con su antecesor, Martín Jaite, y acabó enfrentado con la Asociación Argentina de Tenis (AAT) hasta el punto de que estuvo cuatro años sin defender la albiceleste en la Davis.
“Para con Juan lo único que hay que tener son palabras de agradecimiento, de admiración, porque el compromiso que está teniendo con el equipo va más allá de lo que él está preparado”, indicó Orsanic sobre Del Potro, que acabó fundido el viernes tras batir a Andy Murray en más de cinco horas. “Ese partido fue el punto que nos dio la ilusión de pelear hasta el domingo.”
Con Orsanic en la silla, Argentina acumula cinco series ganadas y sólo una perdida. Y sobre todo con la armonía en el vestuario. “Es difícil ser capitán”, señaló en Glasgow Guido Pella. “Cuando se hace una apuesta y sale bien, Orsanic es un fenómeno. Si sale mal, no es más un fenómeno.”
El antiguo director de desarrollo de la AAT tiene ante sí la oportunidad de escribir la página más gloriosa del tenis argentino. Ganar la primera Copa Davis tras cuatro finales perdidas, tres de ellas entre 2006 y 2011.
“Un motivo de que me eligieran –contó en una entrevista en mayo de 2015 con El Gráfico– es que ya formaba parte de la Asociación como director de desarrollo. Otro, creo, es que les cerraba el perfil para este momento: alguien que transmitiera tranquilidad y que no tuviera nada que ver con cualquier tipo de polémica.”
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