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Hace exactamente una rueda la sensación era la inversa. Con un partido menos (tenía pendiente el juego ante Banfield), Boca lideraba el Apertura con el puntaje perfecto y la idea generalizada es que el campeonato ya tenía dueño, algo que finalmente ocurrió. Hoy la cuestión no parece tan evidente, aunque lo que viene exhibiendo River ya generó un favoritismo bastante marcado por sobre sus adversarios. Los antecedentes históricos, que muestran que casi no pierde torneos una vez que alcanza la punta, un nivel de juego superior al del resto de los equipos y la irregularidad en la que están sumergidos los potenciales rivales avalan ese pensamiento.
Si se compara la campaña del Apertura con la actual, las diferencias son notorias. Con cuatro fechas, el por entonces equipo de Manuel Pellegrini había cosechado cuatro puntos, con una victoria, un empate y dos caídas. Apenas había marcado cuatro goles y le habían convertido ocho. Para colmo, Boca le había sacado cinco puntos y todavía tenía pendiente un partido por la gira que había hecho por España. Ahora el panorama es muy distinto. Con diez puntos y tres triunfos seguidos, el conjunto de Leonardo Astrada es puntero junto a Talleres, con la delantera más goleadora también compartida con los cordobeses (12 tantos), pero la gran diferencia es la solvencia que viene mostrando en su juego.
Por el contrario, los rivales directos y potenciales adversarios al título parecen flaquear muy pronto, evidenciando la misma situación que se dio en el Apertura que se llevó Boca. San Lorenzo ya resignó cinco puntos en su cancha, donde todavía no metió goles. Y a esta altura es claro que el equipo de Néstor Gorosito extraña los tantos que aportaba el retirado Alberto Acosta. Racing también pintaba, pero en Rosario perdió el invicto ante un equipo suplente de Central, que marchaba último en el torneo. Vélez está al acecho, aunque si pretende tener aspiraciones, puntos como los que dejó ante Chacarita no los puede regalar. Independiente ya demostró que todavía no está en condiciones de pelear. Y Talleres, por el momento, tiene otro objetivo muy diferente del de River.
El de Boca es un caso aparte. Ya quedó claro que la opción del entrenador es la Copa Libertadores, en el que está obligado a no descuidarse por el difícil grupo que tiene. Y por el sistema de rotación que implementa Bianchi, es muy difícil que los suplentes (aunque al técnico no le guste) mantengan el ritmo, más allá de la buena victoria ante Banfield.
El último factor es el histórico. En todos los torneos cortos, en cuanto River agarró la punta, al final del campeonato terminó celebrando. La única excepción se remonta al Clausura 2001, cuando San Lorenzo le descontó cinco puntos de diferencia y gracias a la racha de doce triunfos seguidos el equipo de Pellegrini festejó el título.