DEPORTES

El deporte estadounidense de 2002 sufrirá el efecto del Martes Negro

Una revalorización de su significado y el mantenimiento de las extremas medidas de seguridad ya adoptadas serán sus consignas.

Por Pablo de Jesús
Desde Los Angeles

El trágico Martes Negro del 11 de setiembre de 2001 cambiará el rostro del deporte en Estados Unidos en este 2002 que comienza, porque la misma sociedad norteamericana varió su percepción acerca de su propia vulnerabilidad y abrió los ojos a un mundo hasta ahora desconocido.
En la primera semana después de los atentados, jornadas completas de competencias de todo tipo fueron canceladas por temor a que las grandes concentraciones de personas fueran objetivos de los terroristas. Cuando se volvió a la “normalidad”, se hizo bajo las extremas medidas de seguridad que se aplicaron desde entonces en todas las instalaciones, medidas que se mantendrán a lo largo de este año.
Instituciones que jamás habían alterado sus calendarios, como las Grandes Ligas de béisbol y la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL), tuvieron que alargar sus programas, algo sin precedentes en la historia del deporte norteamericano.
Salvo algunas pausas por huelgas de jugadores, la NFL nunca había dejado de realizar ninguno de sus programas semanales por causas extrafútbol, e incluso en 1963, dos días después del asesinato del presidente John F. Kennedy, se jugaron los partidos previstos en el calendario.
Igualmente, las Grandes Ligas transfirieron a fechas posteriores un total de 90 juegos y una semana del calendario regular, por lo que la temporada finalizó, por primera vez en 99 años, en la primera semana de octubre.
El temor también se hizo eco entre los deportistas, muchos de los cuales se negaron a trasladarse en aviones por temor a ser víctimas de nuevos aeropiratas suicidas. “La última cosa que queremos hacer es tomar un avión e ir a California ahora”, dijo entonces Vinny Testaverde, de los New York Jets.
Otros juegan aún con un ojo en el terreno y otro en las tribunas. El beisbolista dominicano Sammy Sosa señaló en esos días que el deporte “era algo secundario. Ha sido algo terrible y criminal. No sólo se siente temor de ir al estadio a jugar, sino a cualquier parte, por lo que hay que recuperar primero el sentimiento de seguridad”, apuntó Sosa.
“Si alguien puede secuestrar cuatro aviones en un día, también sería posible que pudieran dinamitar varios estadios a la vez”, expresó el primera base de los Astros de Houston, Jeff Bagwell.
Resumiendo un sentimiento casi generalizado, Kevin Mawae, centro de los Jets, equipo de la NFL, expresó alarmado que “en un estadio con 65.000 personas, usted se sentirá como un pato al que todos quieren disparar. Esa es una de las ideas que van a estar dándonos vuelta en la cabeza”.
Desde entonces los estadios se convirtieron en verdaderas fortalezas, con controles rigurosos en las puertas de acceso y cientos de policias y personal de seguridad hasta en las mismas canchas.
Pero los ataques también evidenciaron la fibra humanitaria de muchos atletas estadounidenses, que manifestaron su disposición de ayudar monetaria y moralmente a los familiares de las víctimas. El lanzador de los Diamondbacks de Arizona, Curt Schilling, uno de los puntales que guió a su equipo al título de la Serie Mundial, lanzó entonces la idea de crear un fondo de ayuda para la ciudad de Nueva York con la donación de un día de salario de cada jugador.
“Cada dólar y cada centavo es ahora muy valioso para la gente de Nueva York”, agregó el destacado pitcher. Millones de dólares se han recaudado desde entonces, provenientes de donaciones individuales de los deportistas y de organizaciones como las Grandes Ligas, la NFL, la Liga Universitaria de Fútbol Americano (NCAA), el circuito de la PGA y su versión femenina, la LPGA, pilotos de automovilismo de la Nascar, la Liga Profesional de Hockey sobre Hielo (NHL), la NBA y otras entidades. A nivel internacional, el Martes Negro afectó igualmente el mundo del deporte, que también registró cambios. Corea del Sur y Japón, que organizarán el Mundial de fútbol, anunciaron su intención de reforzar al máximo las medidas de seguridad.
A nivel local, las autoridades y el Comité Olímpico Internacional priorizaron el tema de la seguridad en los Juegos Olímpicos de Invierno en Salt Lake City (Utah), programados del 8 al 24 de febrero venidero. Con antecedentes de ataques terroristas en Juegos Olímpicos, como en Munich’72 y Atlanta’96, las medidas de seguridad se han extremado y se llegaron incluso a prohibir los vuelos de aviones comerciales, privados y de las cadenas de televisión por encima de los estadios y Villa Olímpica.
El 2001 quedó atrás, con su carga de acontecimientos deportivos de primera magnitud, pero la fecha del 11 de setiembre perseguirá a cada estadounidense como una pesadilla recurrente y será recordada, según palabras del golfista Tiger Woods, como “el día más triste en América”.

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Los atentados del 11 de setiembre impactaron en el deporte.
Sus efectos se mantendrán a lo largo de todo 2002.
 
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