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Denles lo que piden
Por Pablo Vignone
¿Qué más se necesita para ganar la Copa Davis? ¿Un entrenador? En 1981, la Argentina llegó a la final de la Copa. ¿Alguien recuerda el nombre del capitán? Un año después, Guillermo Vilas y José Luis Clerc –los protagonistas de aquella hazaña– se clasificaron para las semifinales en Roland Garros. El tenis argentino acaba de meter tres semifinalistas (que pudieron ser cuatro) y copó la final, recuperando el título conquistado en 1977. Con esos resultados, con la Argentina convertida momentáneamente en potencia tenística (porque hoy no hay otro país que tenga tantos jugadores en el top-ten del ranking mundial), ¿cómo hacer para no ganar la Copa Davis?
Tiene razón Coria cuando asegura que hay material suficiente para la conquista. Sólo España puede ser rival sobre polvo de ladrillo, y con David Nalbandian las chances son enormes de tener éxito en superficies más rápidas, algo que tradicionalmente era una carencia de las raquetas nacionales. ¿Y se supone que no podemos aprovechar esas virtudes porque todavía continúa la discusión acerca de la identidad del capitán?
Tras la famosa carta que empujó la renuncia de Gustavo Luza, Enrique Morea, presidente de la Asociación, contragolpeó proponiendo una reunión en Roland Garros. Los tenistas, se lo anticiparon, no le dieron bolilla: en París, como se vio claramente, tenían otros temas de importancia de los que ocuparse. Pero el Abierto de Francia ya es historia y ahora Coria propone Wimbledon como punto de encuentro. Un encuentro que sólo debiera aportar un marco formal a la decisión final: rubricar lo que piden los jugadores.
No se trata de pedir una claudicación dirigencial, si es el orgullo de los directivos lo que impide el arreglo. Se trata de ser práctico: estos jugadores han demostrado –y seguirán haciéndolo– lo que pueden rendir. Lo único que hay que hacer es poner el poderío de la Asociación a su servicio, para que jueguen lo mejor que saben, para que ganen sin objeciones. Nunca antes, parece, hubo una oportunidad tan fantástica como para desaprovecharla por motivos tan pedestres.