SOCIEDAD › UN VETERANO SACERDOTE CORDOBES
CONTO SU VIDA EN UN LIBRO POLEMICO
Las memorias sexuales de un cura
En Córdoba lo conocen porque cerraba las emisiones de un canal local. Fue tercermundista y debió exiliarse. Ahora tiene 70 años y publicó un libro llamado a la polémica: narra su historia, que incluye largas escenas de sexo. Dice que es su forma de protestar contra el celibato.
Por Alejandra Dandan
José Mariani, “el cura Click” que cerró durante años las noches de la televisión cordobesa. El polémico, el revolucionario enrolado en la Iglesia del enfrentamiento con Perón, el que se hizo cura de la Teología de la Liberación, el que fue perseguido por la dictadura, el que se exilió. Un cura de más de 70 años que acaba de convertirse en el primer sacerdote católico que habla de su sexualidad en un libro. Una biografía de 54 capítulos después de sus 54 años de cura: cuenta su historia, la de la sotana y la de su cuerpo, de su sexo, de las mujeres “orondas”, de los hombres, de la impotencia. Del celibato y de la homosexualidad en la Iglesia. Lo hizo en primera persona, como pudo: con la intensidad brutal y perturbadora con la que vivió toda su vida. En la sociedad cordobesa generó un escándalo; entre la comunidad religiosa, voces en contra y a favor. El Obispado aún no se pronunció oficialmente. Espera. El libro está en las librerías de Córdoba desde el martes.
Los cordobeses empezaron a llamarlo “el cura Click” desde sus trasnoches en la tele, cuando hace seis o siete años cerraba la programación de LV11, el canal de la universidad.
Fue ordenado sacerdote en 1951, estudió Psicología y Sociología en la universidad mientras cambiaba de parroquias y de ciudades que siempre estuvieron en las afueras de la capital de la provincia. Pasó por Villa María, por Río Ceballos y ahora da misa todos los domingos en La Cripta, una parroquia de Villa General Belgrano, el pueblo que creció como refugio de nazis que llegaban al país después de la caída de Hitler.
Pocos años antes del golpe de Estado, y muchos antes de convertirse en “el cura Click”, Mariani decidió meterse de lleno entre los curas alineados en el socialismo comprometido con la Teología de la Liberación. Frente a la antinomia liberación o dependencia, Click escogió el camino de los que terminaron perseguidos. “Tenía 16 llaves de distintas casas de amigos para mí –cuenta en su libro–: cada noche me escondía en una casa distinta.”
La biografía es un racconto de su historia, de sus días de héroe y de sus noches revolucionadas: puso todo, se sometió a un destape brutal, completo, sin frenos. Sin tapujos, le puso al libro. La vida de un cura. Algunos de los tramos poblaron los diarios de Córdoba el mismo martes. Mariani salió a defenderlos y a defenderse cuando lo interrogaban en los distintos medios: “Muy poca gente –dijo– cree que los curas seamos castos. Me ha molestado mucho lo que he ido descubriendo de la conducta de los ministros de la Iglesia Católica oculta bajo mantos de silencio”.
Comenzó a escribir las páginas del libro hace algún tiempo. Cuando terminó con sus capítulos se los pasó a un grupo de amigos, algunos sacerdotes y conocidos. Les pidió una opinión; muchos le recomendaron una censura. “Que sacara las partes de sexo, porque iban a generar polémica.” El cura Click siguió adelante. Decidido a publicar el original.
Entre esos párrafos censurables estaban las escenas de una fiesta sobre un barco y el comienzo de un contacto con sus “Magdalenas”:
“(...) Me había embarcado en el puerto de Barcelona hacía dos días (...) me embarqué en tercera clase con los inconvenientes que tenía. Sólo podíamos subir a cubierta en ocasiones especiales, o acompañando a pasajeros de primera”. En una fiesta conocieron a dos muchachas catalanas. “Una de ellas, Marga, me invitó a su camarote. Ven —me dijo—, que tengo allí un postre excepcional que te va a agradar sobremanera. Un camarote de primera clase, era distinto. Me senté en un cómodo sofá, me sirvió un escocés con hielo y se sentó muy oronda en el apoyabrazos.”
Sus destapes siguen, tan orondos como los de su compañera:
Ella “cruzó sus brazos sobre mi cuello, me preguntó si me agradaba la bebida, y doblándose sobre mi pecho succionó con sus labios los míos, preguntándome ¿y esto no te gusta más aún?”. Las Magdalenas son reemplazadas en algún momento por los hombres que el cura Click se anima a hacer jugar en el relato. Las frases sonaron como relámpagos de truenos entre la clase media cordobesa que ayer siguió los avances a lo largo del día.
El cura escribió:
“(...) Antonio se animó a proponerme una experiencia de relación sexual que tratamos finalmente de llevar a cabo, pero resultó frustrante. Las mutuas inhibiciones (...) prevalecieron sobre nuestra momentánea permisividad y apertura.”
“¿Usted me pregunta qué me parece el contenido del libro?”, le repreguntó a este diario muy tranquilo Horacio Saravia, uno de los curas cordobeses que sigue en los caminos tercermundistas. “Siempre sorprende –indicó– porque no es lo habitual, porque culturalmente somos parte de la herencia cristiana de Córdoba, que es parte de Argentina, que es parte de Latinoamérica: sorprende.” Saravia no fue el único cura que habló. La publicación del libro lanzó un debate en Córdoba sobre la moral cristiana, social, revolucianaria. Sobre la vigencia del celibato, “una ley eclesiástica que no existió siempre, sino hace sólo mil años”, agrega Saravia.
El Arzobispado cordobés aún no sabe qué hacer. El entorno de monseñor Carlos Ñáñez consiguió un libro ayer a la mañana y se disponían a leerlo. Este mediodía anunciarán la decisión, según fuentes del Arzobispado consultadas por Página/12. A partir de ahora, el cura Click podría empezar un largo proceso judicial dentro de la Iglesia. “Empieza acá, sigue en Buenos Aires y puede terminar en Roma: pero eso no quiere decir –confesaba la fuente– que ya hayamos tomado la decisión de sancionarlo.”