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Mientras se aproxima el domingo, el día del cierre del Apertura 2005, y algunos fantasmas indeseables revolotean la definición, el volante de Vélez Lucas Castromán se mostró dispuesto a entregarle una suma de dinero al plantel de Independiente para que le gane a Newell’s, lo que le permitiría al equipo que dirige Alberto Fanesi, si es que antes derrota como local a Arsenal, arribar a una final con los rosarinos. Castromán, además, sugirió que se debería legalizar la incentivación. Pero no todos sus compañeros tuvieron la misma idea.
“Si hacemos una vaquita, seguro que voy a poner plata, porque para salir a ganar, a mí también me gustaría que me vengan a hablar, aunque nunca lo haría para perder, eso no porque es soborno”, afirmó Castromán, usando un discurso corriente entre los futbolistas, tras la práctica que el plantel de Vélez realizó ayer en la villa olímpica que el club posee en Ituzaingó. En ese sentido se mostró también partidario de legalizar la incentivación, a la cual consideró, simplemente, como un premio extra por partido ganado. “Yo sé que está prohibida por los estatutos de AFA, pero igual creo que habría que legalizarla”, remarcó el volante.
Pero su compañero Jonás Gutiérrez apostó, en cambio, “a la honestidad de los jugadores de Independiente”. “Estoy seguro de que los futbolistas de Independiente mostrarán toda su entereza y saldrán a ganar, más allá de que quiera su hinchada. Ellos son profesionales y a nadie le gusta perder”, apuntó Gutiérrez. Algunas versiones fijaban en 150 mil pesos el monto que allegados al club de Villa Luro podrían hacerle llegar al plantel de Independiente, en caso de una victoria sobre los rosarinos.
Lo cierto es que los directivos del club de Avellaneda y el entrenador interino Pedro Damián Monzón se esforzaron en las últimas 48 horas para despejar todas las sospechas sobre un resultado arreglado, que favorecería la consagración de Newell’s, el próximo domingo en el estadio de la Doble Visera.
Julio Comparada, el empresario que administra el fútbol profesional de Independiente, había anunciado ya que les pagará premio doble a los jugadores para que salgan a ganar y se eviten suspicacias.
“Queremos cortar de cuajo todos los rumores. Independiente tiene que salir a ganar y estamos dispuestos a pagarles a los jugadores un premio doble, como se hace cuando se gana un clásico. Newell’s es un club amigo y queremos mucho a Gallego, que hace dos años sacó campeón a un equipo de Independiente, pero acá no hay arreglos”, afirmó Comparada.
En la misma sintonía se había manifestado Monzón: “Yo no arreglo empates, de ningún modo. Los jugadores de Independiente, por la historia y la grandeza del club, tienen que salir a ganar todos los partidos. No lo puedo entender de otra manera”, subrayó el entrenador y ex defensor del club.
En el fútbol argentino existen antecedentes de partidos que definían títulos en la última fecha y que terminaron en sendos empates. Uno de los casos más recordados fue la igualdad en un gol entre Boca y San Martín de Tucumán en el Apertura 1992, que posibilitó la consagración del elenco que entonces dirigía el uruguayo Oscar Tabarez, o los dos empates 1-1 entre River y Argentinos, en los Apertura de 1994 y 1997, que le permitieron al equipo de Núñez dar la vuelta olímpica en ambas ocasiones.
En el Clausura 1995, las sospechas de un resultado arreglado se conjugaron con las de incentivación. San Lorenzo necesitaba ganarle a Central y que Independiente superara a Gimnasia para salir campeón. Los jugadores de Avellaneda le dieron una mano al equipo de Héctor Veira al imponerse en La Plata con un gol de Mazzoni. San Lorenzo, cuya hinchada tenía relaciones amistosas con la de Central, ganó 1-0, en un partido en el que no transpiró demasiado. Después, los hinchas de los dos equipos celebraron juntos el campeonato del cuadro de Boedo en el mismo césped del Gigante de Arroyito.