DEPORTES › RACING, CON POCAS CONVICCIONES, SOLO EMPATO DE LOCAL
Banfield celebró el puntito
El partido arrancó bien pero se apagó rápido. Racing no tuvo ideas y Banfield se aferró a un empate que casi le asegura la permanencia.
Banfield valoró y celebró anoche el punto que lo acerca a su objetivo de consolidarse en Primera al empatarle sin goles a Racing Club en el Cilindro de Avellaneda. El equipo del uruguayo Luis Garisto consiguió así uno de los cuatro puntos necesarios para asegurarse (sin depender de terceros) la continuidad en la categoría, cuando todavía le quedan para afrontar dos partidos antes del cierre del Clausura y de la temporada. Racing, por su parte, hizo lo de siempre: ordenado y solidario, procuró la victoria y tomó la iniciativa pero careció de creatividad (problema habitual) y profundidad (inconveniente agravado por la falta de Estévez).
El partido tuvo un comienzo prometedor, porque hubo ritmo y llegadas, inclusive con dos remates en los palos en los primeros cuatro minutos. Cervera, de un zurdazo, pegó en la parte superior del poste derecho. Leo Torres puso un tiro libre en el travesaño. A partir de esos dos intentos el partido se hizo menos atractivo porque Banfield asumió un papel especulador.
Ahí rindieron los centrales González y Rodríguez y los mediocampistas López y Leiva. En el local sólo se destacaba Diego Milito cuando buscaba el sector izquierdo del ataque. Una vez se le escapó a Diego Cocca, enganchó hacia adentro y disparó de derecha, pero la pelota dio en el horizontal. Torres sólo apareció con intermitencia, como cuando pasó al ataque por sorpresa y mandó un centro rasante que cruzó el área chica o como cuando cabeceó desviado una asistencia de Bedoya. Sin embargo, fue el visitante el que dispuso de dos situaciones propicias antes del entretiempo, pero el arquero de Racing detuvo un cabezazo de Santiago Rodríguez y tapó una acción personal de Cervera en el mano a mano.
Merlo buscó mayor creatividad para la segunda parte y por eso recurrió a Loscri como reemplazante de Viveros. Pero el plan de Banfield resistió sin dificultades, de modo tal que prácticamente durante toda la segunda etapa no se inquietaron. El partido fue desmejorando y terminó –pese a la entrada de Garrafa Sánchez– muy mediocre.