DEPORTES › ALEMANIA-ARGENTINA, EN NUREMBERG, POR LA COPA
Cuando chocan los planetas
Un partido que no sólo definirá al ganador del Grupo A de la Copa de las Confederaciones. Será un auténtico clásico del fútbol mundial.
Por Sebastián Fest
Desde Nuremberg
Buena parte del planeta fijará hoy la vista en Nuremberg para disfrutar de Alemania-Argentina, uno de los máximos duelos que puede ofrecer el fútbol. Son dos gigantes, dos naciones con gran historia en el deporte que más pasiones levanta en el mundo, y habrá en juego bastante más que el primer puesto en el Grupo A de la Copa Confederaciones.
“Es uno de esos partidos distintos”, opina el capitán argentino, Juan Pablo Sorin. “Es todo un desafío”, asegura el entrenador alemán Jurgen Klinsmann. “Argentina es quizás en estos momentos el mejor equipo del mundo, pero esta vez vamos a ganarles.”
Duro desafío el que se autoimpone Klinsmann. No sólo porque de 15 partidos disputados con los sudamericanos los alemanes ganaron cinco, perdieron siete y empataron tres, sino porque ambos equipos llegan en momentos muy diferentes.
Mientras Argentina parece estar encontrando la velocidad de crucero y un equipo sólido para llegar en la mejor forma al Mundial, Alemania vive una pequeña revolución con Klinsmann al mando, pero muchas viejas glorias del fútbol local creen que para que ese cambio haga efecto se necesita aún un par de años. No tiene ese plazo de gracia Klinsmann, porque en menos de doce meses tendrá que aprobar la dura asignatura de brillar, con un equipo joven y relativamente inexperto, en un mundial en su país.
La historia del último medio siglo futbolístico respalda a Alemania con tres títulos mundiales, pero la de los últimos cinco años echa sombras de duda. Los alemanes no vencen a una selección de primer nivel desde octubre del 2000, cuando derrotaron a Inglaterra 1-0 en las Eliminatorias para el Mundial 2002. Cinco años que fueron una eternidad para los alemanes, que vieron pasar a tres entrenadores diferentes –Erich Ribbeck, Rudi Voeller y Klinsmann– mientras su selección se volvía cada vez menos confiable hasta tocar fondo con la eliminación en la primera ronda de la Eurocopa 2004.
La Argentina, bicampeona mundial, está dispuesta a evitarlo, y por lo mostrado en las últimas semanas tiene sobrados argumentos para lograrlo. “Ganar”, responde lacónico Sorin cuando se le pregunta el objetivo. “Ojalá lo hagamos practicando el fútbol que venimos haciendo y siendo superiores a Alemania.”
Los medios alemanes, bastante desconfiados de su selección, temen a la Argentina y a la capacidad goleadora que demostró el sábado Luciano Figueroa. Todo indica que José Pekerman confiará en él para el ataque, acompañado quizá de César Delgado en lugar de Javier Saviola. Franco podría tener una posibilidad en el arco, defendido por una línea de cuatro con Gabriel Milito y Diego Placente como novedades respecto de los partidos anteriores, en los que se formó con tres. Esteban Cambiasso, Sorin, Juan Riquelme y Mario Santana tienen su lugar casi seguro en el mediocampo.
Alemania ofrecerá una novedad en el arco, donde no estarán ni Oliver Kahn ni Jens Lehmann sino el tercero en discordia, Timo Hildebrand. El ascendente Lukas Podolski compartirá la delantera con el potente Kevin Kuranyi, respaldados ambos por la jerarquía de Michael Ballack en el mediocampo, así como por la dinámica y clase de Thorsten Frings y Bernd Schneider. Casi todos esos nombres jugaron el amistoso de marzo en Düsseldorf. Alemania salió aquella vez como una aplanadora, pero al final debió ceder un empate 2-2.
“Cuando se hace un esfuerzo tal como el que hicieron ellos en el primer tiempo, en el que cada jugador nuestro que tomaba una pelota no lo dejaban salir, en el que ahogaban en todos los sectores de la cancha, ese esfuerzo se paga”, advierte Cambiasso. “La clave es tener la pelota y estar atentos a lo que pueda suceder si la perdemos. Alemania, a una pelota que parece inofensiva, le saca el rendimiento al máximo.” El mismo “máximo rendimiento” que prometen para los espectadores los 90 minutos de un clásico entre los clásicos.