Jueves, 7 de junio de 2007 | Hoy
DEPORTES › PUSO TRES JUGADORES EN LAS SEMIFINALES
Novak Djokovic, Jelena Jankovic y Ana Ivanovic esquivaban los bombardeos y ahora se dejan atrapar por los flashes.
Por Pablo Vignone
Ya no es la Argentina el país que, como en 2004 cuando metió tres semifinalistas en el cuadro masculino, asombra en el polvo de ladrillo parisino. Esta vez es Serbia el que domina las novedades de Roland Garros: el pequeño país que hace ocho años era bombardeado por la OTAN para acabar con el gobierno de Slobodan Milosevic produjo, entre ataque y ataque, una camada de varones y mujeres que le pegan tan bien con la raqueta que no sólo se introducen en las semifinales del Abierto francés, sino que son cómodos habitantes del top-ten y, además, apuntan al escalón más alto del ranking.
Novak Djokovic (20 años, top-ten desde marzo, sexto del mundo), Jelena Jankovic (22 años, top-ten desde enero, 5ª rankeada de la WTA) y Ana Ivanovic (19 años, top-ten desde el mes pasado, 7ª jugadora del mundo) están en las semifinales de Roland Garros: suena interesante para un país de apenas 10 millones de habitantes, en el que el tenis no es tradición y que tiene tantos top-ten como los Estados Unidos (con 301 millones) o Rusia (141 millones) después de haber sufrido una guerra en la última década.
Djokovic, que venció por un triple 6-3 al ruso Igor Andreev, jugará su pase a la final ante el español Rafael Nadal, que ayer liquidó 6-4, 6-3, 6-0 a su compatriota Carlos Moyá. ¿Tiene chances de vencer? Hasta el propio Nadal cree eso cuando cataloga a su próximo rival como “un futuro número 1”. Según el español, Djokovic “está jugando muy bien, está arriba en el ranking y es muy joven, lo cual es una ventaja porque puede mejorar mucho. Tiene mucho potencial”. Nadal no es original: el pronóstico se le escuchó hace un año a un tal Guillermo Vilas...
Jankovic, que jugará hoy una de las semifinales femeninas contra la belga Justine Henin, aseguró que la victoria que la depositó en esa instancia se debía al “poder serbio” ya que en el circuito “hay serbios por todos lados”. Ivanovic, en tanto, jugará contra la rusa María Sharapova. “Las esperamos a las dos en la final”, tituló ayer el Vecernje Novosti, el diario popular de Belgrado. Para hacerlo, tendrán que vencer a las dos mejores tenistas del mundo... Los diarios recuerdan también a Nenad Zimonjic, número siete del ranking mundial de dobles, que llegó a las semifinales tanto del cuadro masculino, junto al francés Fabrice Santoro, como del cuadro mixto, con la eslovena Katarina Srebotnik.
Cuando jóvenes, ni Djokovic ni Ivanovic ni Jankovic pudieron entrenarse normalmente en su país. El tenis no tenía tradición en Serbia y durante la guerra careció también de canchas y entrenadores. Debieron buscarlos fuera de él.
“Creo que todos tenemos mentalidad luchadora –admitió esta semana Ivanovic al New York Times– y nos endurecimos.” Ella y su familia se mudaron a Suiza una vez que los bombardeos cesaron.
“Mucha gente recién escucha hablar de Serbia gracias a nosotros”, opina Djokovic, que abandonó su país ocho años atrás, cuando tenía 12, en un tren rumbo a Alemania. Sus padres, Srdjan y Dijana, se acostumbraron tanto a los raids aéreos, que permanecían en la cancha de tenis donde practicaba su hijo. “El tenis nos salvó –contó Dijana–. Sin la posibilidad de jugar, habríamos vivido asustados preguntándonos de dónde vendrían las bombas.” Srdjan Djokovic revela que su hijo “estaba bastante asustado entonces, pero nunca lo demostró. Ahora, claro, no lo asusta nada”.
Jankovic se había mudado a los 12 años a Miami, con su madre, para asistir a la academia de Nick Bolletieri, pero durante aquel fatídico 1999 perdió seis kilos y no pudo jugar un solo torneo a causa del shock que le produjo lo que sucedía en Serbia, episodios brutales que seguía día a día a través de la CNN. “Fue demasiado estresante para ella oír de las bombas y la falta de electricidad y el desastre –contó en Roland Garros su madre Snezana–; pasamos muchos días llorando con nuestros amigos norteamericanos. En ese tiempo, el tenis no parecía tan importante.”
Para la tenista “este deporte se ha vuelto tremendamente popular” en su país, al que todavía le falta una academia de tenis. Los padres de Djokovic adquirieron un terreno en Belgrado para construir una, con 20 a 25 canchas. “No tenemos academia, no tenemos una gran federación detrás nuestro –reflexiona Janko Tipsarevic, otro tenista serbio, que ocupa el 80º puesto del ranking–. Nadie está invirtiendo en nosotros. La gente tiene que entender que todo lo que logró el tenis serbio lo hizo partiendo de la nada más absoluta.”
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