Sábado, 26 de abril de 2008 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Ariel Greco
Diego Simeone y Carlos Ischia tienen una encrucijada similar. En medio de la seguidilla de partidos, con los cruciales enfrentamientos de los octavos de final de la Copa Libertadores y con el superclásico como jamón del sandwich, los dos tienen que tomar decisiones vitales. Y más allá de rotaciones obligadas o por el desgaste, en una resolución tomaron posturas bien diferentes: Mientras el técnico de River optó por arriesgar a todos sus jugadores en el compromiso ante Argentinos por más que Gustavo Cabral, Cristian Villagra, Matías Abelairas y Radamel Falcao tienen cuatro amonestaciones y una amarilla mañana los dejaría automáticamente fuera del clásico, el entrenador de Boca eligió resguardar del juego ante San Lorenzo a Jesús Dátolo y Sebastián Battaglia, ambos en idéntica situación que los jugadores de River. Con su decisión, Simeone muestra con hechos que su frase de “el partido más importante es el próximo” resulta auténtica y no una simple muletilla. Por el contrario, Ischia está subestimando la trascendencia del encuentro ante San Lorenzo y potenciando al máximo el superclásico, tal vez sintiendo realmente que está “en la cuerda floja”, tal como lo declaró ayer. Pero lo cierto es que con esta resolución, Ischia se pone por encima del tribunal de disciplina. El técnico de Boca obliga a sus jugadores a cumplir dos fechas de suspensión por el límite de amonestaciones: una mañana y la segunda cuando realmente reciban la quinta amarilla.
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