La fiebre de los hinchas del Corinthians por la final de hoy ante Boca, que puede darle al equipo brasileño la primera Copa Libertadores de su historia, se puso de manifiesto en la reventa de entradas, en la que un palco, que valía originalmente 500 reales, se cotizó nada menos que en 12.000. A ese punto llegan la locura y el optimismo corinthianos y los que no consigan su lugar en el estadio Pacaembú tendrán una opción cercana: a unas veinte cuadras, en el Arena Brahma (utilizado como sambódromo y con capacidad para 30 mil espectadores), el club pondrá una pantalla gigante para seguir el partido. Allí, las localidades cotizan a módicos 20 reales, con lo que se presume que el pequeño estadio se llenará.

“Nosotros conocemos el poderío de Boca, pero el pueblo del Corinthians sabe que tenemos una gran posibilidad porque en el partido de ida demostramos nuestra fuerza. Hay que hacer el juego que sabemos y definirlo”, expresó Danilo, delantero del equipo brasileño, que debió interrumpir en varias oportunidades su diálogo con los periodistas: desde afuera llegaba el estruendo de los petardos arrojados por la torcida corinthiana, los “Gavioes da Fiel”. El plantel dirigido por Tite hizo un último entrenamiento previo al partido: hubo movimientos físicos livianos, algo de fútbol en espacios reducidos.

El técnico de Boca, Julio Falcioni, quitó relevancia a algunas declaraciones de los jugadores rivales. “Vamos con la tranquilidad de haber hecho las cosas bien y sabiendo que dentro del grupo hay jugadores con experiencia y categoría. Vamos con confianza”, sostuvo Falcioni previo a la partida en Ezeiza. En cuanto a las provocaciones, cuyo principal destinatario fue Juan Román Riquelme, Falcioni fue filosófico: “En Boca estamos acostumbrados”.