Martes, 19 de marzo de 2013 | Hoy
DEPORTES › TESTIMONIOS DE LA INJUSTICIA
Fulvio Galimi, esgrimista: “Venía todo bien para nuestra querida esgrima. Con mi hermano popularizamos un deporte que no era conocido. Hubo mucha publicidad con los torneos que ganamos en Europa y los clubes de fútbol pusieron esgrima, también en las provincias. Hasta Perón hacía esgrima, había sido campeón en el Ejército durante diez años y estuve en Olivos haciendo espada con él. Después vino la Libertadora, no nos dejaron competir más y la esgrima se volvió elitista de nuevo”.
Walter Lemos, ciclista: “Teníamos las valijas listas para ir a Melbourne con Reynaldo Gorno –ya fallecido– y Osvaldo Suárez, y a menos de cuatro días de subir al avión no nos dejaron viajar. Fue algo terrible. Creía que nunca más podría competir, 99 años me dieron, pero por suerte al tiempo levantaron la suspensión y volví para bajar los 30 minutos por primera vez en Sudamérica en 10.000 metros”.
Eduardo Guerrero, remero: “Nunca recibí una notificación oficial sobre una suspensión, pero me enteré por los diarios de que fui declarado deportista profesional, que significa lo mismo que haber sido suspendido de por vida. Mi última competencia oficial en el exterior fue Helsinki ’52, cuando gané la medalla de oro junto a Tranquilo Capozzo. Después sólo corrí algunas regatas internacionales en Argentina, pero a partir de 1956 ya nunca más pude representar a la Argentina”.
Osvaldo Suárez, atleta: “Tres meses antes de los Juegos de Melbourne, los militares ya decían que ningún argentino iba a ir, pero como en el COA había civiles se resolvió que irían los mejores ocho. Yo tenía la mejor marca mundial en maratón: 2 horas y 23 segundos. Durante el mes de los Juegos los militares ya habían tomado el COA y a mí me llegó un telegrama firmado por un teniente coronel para que me presentara un miércoles, cuando mi avión para los Juegos salía el lunes anterior. Al llegar me preguntaron cosas raras, como qué religión practicaba, si había traído pertenencias de mis viajes... y hasta me acusaron de haber ido acomodado a México, algo ilógico porque allí fui doble campeón panamericano. Me privaron de ir a los Juegos Olímpicos y de competir por la medalla de oro. Estuve suspendido un año y siete meses, después fui rehabilitado y logré el record sudamericano de dos millas, conquisté otros 18 récords y gané tres San Silvestre. Pero de aquel momento no me lo olvido más; me privaron de ser campeón olímpico”.
Roberto Andersen, biógrafo de Mary Terán de Weiss. “Mary (foto) fue una fiel exponente del deporte nacional, solidaria, gran profesional, y sufrió muchísimo por sus convicciones. Cuando la Libertadora, debió quedarse en España; aquí hicieron lo imposible para que no pudiera seguir jugando allá, pero las autoridades europeas hicieron caso omiso a lo que hubiera sido una barbaridad. Queda mi libro como testimonio, un ejemplar se lo regalé a la Presidenta”.
Ricardo González, basquetbolista.“En los primeros días de 1956, la Comisión 49 comenzó a citar a deportistas de distintas disciplinas para averiguar antecedentes de cada uno. Nos preguntaban cuándo habíamos viajado al exterior, qué cosas trajimos... Lo concreto fue que nos suspendieron a todos, del básquetbol a 70 jugadores, y nunca más pudimos representar al país. Fue una cuestión política y nuestra federación tampoco nos defendió. La película Tiempo muerto refleja muy bien lo que ocurrió, costó mucho después recuperar todo ese tiempo y reconstruir el básquetbol argentino. Rompieron una época brillante, con 14 años de suspensión para todos los campeones mundiales, los equipos enteros de Palermo y Racing. El único de nosotros que volvió a jugar fue Mario Budesqui. Yo recién pude regresar en la década del ’70 a veteranos. Se le hizo mucho daño al deporte”.
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