En 1963, hace exactamente cincuenta años, el cineasta italiano Luchino Visconti estrenaba su película El Gatopardo con Burt Lancaster, la inolvidablemente confortable Claudia Cardinale, Alain Delon y Paolo Stoppa, entre otros. Sobre la obra literaria de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, del libro y de la película, se fue acuñando con el tiempo el término “gatopardismo”. Algo así como “que todo cambie para que nada cambie”.

La perversamente programada trifulca seguida de muertes entre barrabravas de Boca antes del partido luego suspendido en cancha de San Lorenzo llevó a una serie de declaraciones y, lo que es peor, de medidas tan remanidas como inconducentes.

Mientras el presidente de Boca, Daniel Angelici, como ya es proverbial en su discurso, cargaba las tintas sobre los demás, desvinculando de los delincuentes a la Comisión Directiva que hace como que preside, el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, anuncia que en el futuro, vaya a saber uno hasta cuándo, los partidos se jugarán sin público visitante, con la explicación inexplicable de que en los últimos enfrentamientos entre barras de Boca sucedieron cuando Boca actuaba como visitante. Gatopardismo puro.