DISCOS › “ECO”, EL ULTIMO DISCO DEL URUGUAYO JORGE DREXLER
Todos los caminos de un cantautor
El músico radicado en España profundiza el camino trazado en Frontera y Sea. Bellas melodías se ven enriquecidas por el aporte de un cuarteto de cuerdas y de sutiles programaciones.
Por Fernando D´addario
Una frase, escrita quizás en un rapto de autoafirmación, abre el primer tema de su último cd, Eco: “Esto que estás oyendo ya no soy yo”, dice Jorge Drexler, consciente del carácter movedizo que atraviesa su música. Ese dinamismo militante podría suponer la coexistencia de diversos artistas en uno que, bajo el apellido Drexler, va mutando de disco en disco, llevado por una inercia de evolución permanente. Sin embargo, eso que se está oyendo en Eco es más Drexler que nunca. En su búsqueda de nuevas sonoridades y texturas, el compositor e intérprete uruguayo ha conseguido más de sí mismo.
Las once canciones del disco certifican aquello de que una obra –y por añadidura el artista que la concibe– es la suma total de las influencias exteriores que ha recibido. Drexler concibe su trabajo como un espacio de creación hipertextual, tendiendo lazos simultáneos a distintas expresiones culturales y generacionales, pero preserva siempre el formato que lo sustenta: la canción. Drexler, vendido como un artista que se mueve con tímida naturalidad en la escena pop –siempre dentro de una esfera cool y cosmopolita– es en rigor un cantautor uruguayo que vive en España. Un “cantautor”, si se quiere, ajeno al tufillo a naftalina que la expresión sugiere. Como un Eduardo Mateo bueno y prolijo, o un Leo Masliah cuerdo, Drexler siempre parece tener a mano una versión equívoca de sí mismo. Va mostrando de a poco el aire de perturbación que anida en sus gestos –musicalmente– amables. Pero las leves capas de electrónica, programadas por Juan Campodónico, nunca transgreden: apenas se muestran para enfatizar una melodía o para armonizar el concepto general, del mismo modo que puede hacerlo (y de hecho lo hace aquí) un cuarteto de cuerdas.
Es en las letras donde Drexler deja asomar su mayor riqueza. En Eco hay una canción que responde, con matices, a la estructura del tango. Se llama Se va, se va, se fue. A priori, el título alude a una pérdida, fiel al mandato tanguero. Y es cierto que se reserva un sentido fatalista, pero invirtiendo la lógica del canon: aquí la que se va es la tristeza (“tal vez fue algo de la puesta de sol/ o algún efecto secundario del té/ pero lo cierto es que la pena voló/ y no importa ya ni siquiera porqué/se va/ se va/ se fue”). La nostalgia rioplatense, si aparece, está estilizada por su mirada en tiempo presente. El romanticismo surge, también, pero nunca avalado por el lugar común. Escuchar, sino, Guitarra y vos, que con toda su carga narrativa y su tratamiento informal, no deja de ser una hermosa canción de amor.
Como ya se pudo comprobar en sus anteriores cds, Frontera (el verdadero quiebre en su evolución artística) y Sea (el que popularizó, a través de una publicidad, el tema Me haces bien), aquí también Drexler juega con los caminos cruzados y la falta de certezas. La levedad y el compromiso interactúan y confunden, pero la síntesis del uruguayo parece estar en otro lado. En la brillante Milonga del moro judío brinda manifiesta su existencialismo político: “No sé qué Dios es el mío/ ni cuáles son mis hermanos/ Y a nadie le di permiso/ para matar en mi nombre/(...) y no hay pueblo que no se haya/creído el pueblo elegido”. Milonga, candombe, bossa nova, tango, balada, son sus herramientas esquivas. Drexler funde los ingredientes, le agrega sus propias dudas, y obtiene canciones redondas.