EL PAíS › UNOS MIL SEGUIDORES DE LA IGLESIA VOLVIERON A MARCHAR EN SAN LUIS

Una manifestación casi al límite

El lunes, de no mediar algún imprevisto, cuatro órdenes religiosas deberán abandonar la provincia. Cambiarán las protestas.

 Por Eduardo Tagliaferro

“No es esta la última marcha.” “Hoy más que nunca seguimos reclamando.” “Basta de hacer oídos sordos, señor gobernador.” “Que Dios y la Virgen lo ilumine.” “Que se vayan, que se vayan.” Estas fueron algunas de las consignas que desde un pequeño palco frente a la Casa de Gobierno de San Luis realizaron los integrantes del Movimiento de Laicos Autoconvocados. Era el fin de la décima marcha contra el gobierno provincial. Los cacerolazos marcaban el ocaso de tres horas de protesta. En diálogo con este diario, algunos de los organizadores admiten que la de ayer fue una de las convocatorias más menguadas. “Estamos al borde de nuestras fuerzas”, confía a Página/12 un laico que suele participar de la organización de estas marchas. Lejos estuvo la de ayer de los 15 mil participantes que marcharon en su momento de mayor esplendor. Ayer fueron mil manifestantes los que acompañaron el periplo que parte desde la Colonia Hogar y que, luego de recorrer unas 30 cuadras, desemboca en la plaza principal de la ciudad. El lunes, de no mediar otra decisión del gobierno provincial, las cuatro órdenes religiosas que hasta el momento administraron algunos centros de recuperación de jóvenes, ancianos y enfermos deberán abandonar San Luis.
Los laicos aseguran que este no es el final de las marchas, pero también admiten que van a cambiar de estrategia. Desde anoche un grupo de jóvenes montó una carpa en el cruce de las calles Centenario y Sarmiento. El corte de calle, las carpas y otro tipo de modalidades reemplazará a las manifestaciones. El principal reclamo es que el gobierno les permita a cuatro congregaciones seguir al frente de los hogares de menores y ancianos. Y aunque no lo dicen en voz alta, también tienen un objetivo de máxima: lograr el desplazamiento del gobernador Alberto Rodríguez Saá. No hablan de intervención federal pero, de ocurrir, la aplaudirían.
El fuerte viento que hizo del atardecer puntano una jornada fría también puso lo suyo para que la convocatoria no estuviera a la altura de lo esperado por sus organizadores. “Vamos, ayuden a agarrar la bandera”, invitaba una religiosa que sostenía uno de los bordes de la enorme bandera argentina con la que comenzaba la manifestación.
A la cabeza de la marcha iba la Virgen de María Auxiliadora, arriba de una camioneta blanca. Por la avenida Caídos en Malvinas, las pancartas estaban recogidas. El viento hacía imposible su despliegue. Unos pocos motociclistas con el escudo de la Municipalidad de San Luis ayudaban a ordenar el tránsito. Los automovilistas no protestaban y solo una bocina rompió el pesado silencio. Pasó la despoblada sede del PJ provincial y desde la Guarnición Militar se acercaron dos o tres uniformados para ayudar con el corte del tránsito. Enseguida desistieron de la idea.
“Estamos viviendo una crisis gravísima provocada por el gobierno que está atacando en bloque a toda la sociedad sanluisina. Va en contra de todas las instituciones”, confía a Página/12 Jorge Shortrede, abogado de casi todos los sacerdotes que enfrentan denuncias judiciales y candidato en la última elección a gobernador del Movimiento por la Patria y la Familia. A esa altura, la manifestación pasaba por la iglesia principal. Las campanas repicaban y animaron a los manifestantes que sacaron sus cacerolas y utensilios. Allí se desplegaron las pancartas del Movimiento de Cursillos de la Cristiandad, de la Acción Católica, de las Hermanas de la Consagración y de la Congregación Amigonianos. También sobresalían algunas banderas papales con una cruz roja en el medio y un solitario y pequeño estandarte de la CTA de San Luis.
Una guitarra intentó alentar a los manifestantes. Se leyeron de a una 43 glosas del movimiento. Allí se dicen cosas como: “Este gobierno hace rato que ha perdido el rumbo”. “(Este gobierno) no tiene verdadera autoridad, pues ésta viene de Dios y del pueblo y hoy ninguno de los dos se identifica con sus decisiones.”

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La fría tarde fue el desaprensivo marco de la marcha de laicos y religiosos de ayer.
 
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