Grandes bancos internacionales volvieron ayer a ser protagonistas y tiñeron de rojo las pantallas de las principales bolsas mundiales, mientras que la debilidad del dólar sigue encareciendo el precio de los commodities, donde el petróleo marcó un nuevo máximo, por encima de los 117 dólares el barril. Esta vez le tocó el turno al Bank of America, el segundo más grande de Estados Unidos, que contabilizó quebrantos por 1210 millones de dólares. En la plaza local, los bonos registraron una fuerte caída.

El retroceso de los títulos públicos elevó el riesgo país a 573 puntos, un alza de 28 puntos en relación con el último cierre. Por caso, el Discount en pesos retrocedió 4,1 por ciento, mientras que los restantes papeles también fueron castigados por los inversores, como Bogar18, que bajó 1,5 por ciento. En tanto, el dólar cerró a 3,18 pesos por unidad, con un Banco Central que no está incorporando reservas en cantidad, que se mantienen en 50.272 millones de dólares.

La jornada negativa de los bonos tuvo su contracara en las acciones, cuyo índice líder avanzó 0,7 por ciento debido a la mejora de los papeles de las petroleras, impulsadas por el precio record del barril, que llegó a cotizar a 117,48 dólares. Nuevos problemas en Nigeria, donde un ataque rebelde obligó a cortar el suministro de crudo, una huelga de trabajadores en el puerto francés de Fos Lavera y la depreciación de la moneda estadounidense frente al euro impulsaron el precio del petróleo. En la bolsa doméstica, se destacaron las subas de Petrobras Brasil, que ganó 3,7 por ciento, y Repsol, con un alza de 2,2. El mercado bursátil negoció 95 millones de pesos en acciones, con 39 papeles en alza, 39 en baja y 12 sin cambios.

Además de los problemas geopolíticos en países productores y la elevada especulación en la plaza de commodities, los especialistas asignan principalmente el origen del actual ciclo alcista en el barril a la debilidad del dólar frente al euro, que se mantiene en el nivel de los 1,58 dólar. Al respecto, el ministro de Energía de Venezuela, Rafael Ramírez, por su parte, aseguró desde Roma que “no se trata de carencia de abastecimiento, sino de cuestiones vinculadas con los problemas financieros de Estados Unidos”. El funcionario admitió también que la continua depreciación de la moneda estadounidense “ha causado terribles consecuencias para toda la economía mundial, en especial en los precios de los bienes alimentarios, y también del petróleo”.