Viernes, 29 de mayo de 2009 | Hoy
ECONOMíA › FUERTE CRECIMIENTO DEL INTERCAMBIO COMERCIAL CON VENEZUELA Y DEMORAS EN ACUERDOS PRODUCTIVOS
Por Cledis Candelaresi
A pesar de las estatizaciones que pusieron en pie de guerra al empresariado local, Venezuela es un mercado atractivo para las empresas argentinas, que en seis años incrementaron de 122 millones de dólares a casi 1500 las exportaciones al país caribeño. Pero quedaron congeladas las integraciones productivas que los mandatarios de ambos países anunciaron con entusiasmo y gran cobertura mediática en más de una ocasión: provisión de equipos de GNC, trenes, transformadores eléctricos o la construcción local de barcos son ejemplos de proyectos que siguen teniendo la categoría de anhelos.
El explosivo crecimiento del comercio bilateral en parte se explica por la complementariedad de las economías. Argentina tiene un de-sarrollo industrial y agrícola que le permite seducir a Venezuela con los productos y la tecnología de la que carece. Y el país gobernado por Hugo Chávez tiene de sobra combustible que provee a precio de mercado pero en condiciones ventajosas: el 20 por ciento a los cuarenta y cinco días y el resto en doce cuotas mensuales.
Ese crecimiento exponencial de las ventas locales a Venezuela también está apuntalado por un acuerdo binacional, en virtud del cual los pagos del combustible nutren un fondo fiduciario que el país caribeño utiliza luego para pagar las importaciones de productos locales. Según estimaciones de la Cancillería, ya se ejecutaron 700 millones de dólares en este tipo de operaciones comerciales sobre unos 1500 acumulados desde el 2004.
Pero esa buena performance comercial no tiene su correlato en el ámbito productivo, donde el singular estilo de gestión venezolano suele demorar la puesta en marcha de los acuerdos para que las empresas argentinas produzcan en aquel territorio, explican en despachos oficiales.
Un ejemplo que señalan es el convenio para la provisión de equipos de gas natural comprimido. Hace más de dos años se anunció la venta de 100 mil unidades de GNC por año, punta de lanza de un emprendimiento mucho más ambicioso como el de producirlos directamente en territorio venezolano a través de joint ventures entre firmas privadas locales y el Estado bolivariano. La realidad es que las productoras locales terminaron acumulando los artefactos en su stock porque aún no se libró una orden de compra.
Más reciente es el anuncio de Ferromat, la empresa de ingeniería ferroviaria local que con el apoyo formal de la Cancillería anunció meses atrás la puesta en marcha de un proyecto binacional, por el cual se auxiliaría al país caribeño a desarrollar el ferrocarril en su territorio. Para sorpresa de empresarios privados y funcionarios comprometidos en el tema, Venezuela renovó contratos de provisión y operación con la francesa Alstom para el Metro de Caracas, hizo lo propio con la italiana Impregilo y, más inquietante aún, selló nuevos acuerdos con empresas ferroviarias de Brasil, eventuales sustitutas de los proveedores de know how argentino.
Sobran ejemplos de lo que en ámbitos oficiales suele interpretarse como el resultado de la parsimonia de la gestión venezolana más que como una decisión política estratégica. Hace más de tres años se selló un acuerdo para fabricar en el bonaerense Astillero Río Santiago el buque “Eva Perón”. Pero hace apenas dos semanas que llegaron desde Caracas los planos realizados por una proyectista brasileña para comenzar la producción del barco. Mientras, Venezuela paga los salarios de los trabajadores involucrados en el emprendimiento.
Aun así ninguna empresa local parece haber desistido del proyecto de desarrollar emprendimientos en Venezuela, esperanzadas en que la afinidad manifiesta de las administraciones de Cristina Fernández de Kirchner y Chávez ayude en algún momento a alumbrar las iniciativas. Saben que, de concretarse, éstas sólo pueden asumir la forma de asociación con el Estado venezolano, que tendría el control. Un esquema que ya aplicó en el estratégico sector petrolero, cuando hace un par de años forzó a empresas extranjeras a asociarse con la petrolera estatal Pdvsa para seguir explotando su rico subsuelo. Entre las que se avinieron a ese convenio se encuentra Tecpetrol del grupo Techint.
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