El gobierno brasileño implementó ayer un impuesto al ingreso de capitales extranjeros a ese país. Preocupado por la apreciación de su moneda contra el dólar a causa de la llegada de un fuerte flujo financiero para posicionarse en activos, la administración de Lula da Silva decidió poner una barrera. Se trata de una tasa del 2 por ciento para todos los capitales que ingresen a ese país por intermedio de la Bolsa o en aplicaciones de renta fija, esto es, la compraventa de acciones o bonos. Así lo precisó el ministro de Hacienda, Guido Mantega. Según anunció, quedarán exentas las inversiones extranjeras directas, puesto que el interés del gobierno es “proteger la producción nacional, incentivar la vuelta de inversiones y preservar el empleo”. “Cuando el real se aprecia encarece nuestras exportaciones”, agregó. La medida brasileña va en línea con el control de capitales que mantiene la Argentina desde 2003 y que las autoridades de la Bolsa porteña reclaman levantar. En el caso argentino no es una tasa, sino la obligatoriedad de inmovilizar parte de lo ingresado.