Luego del coqueteo con el Fondo Monetario Internacional en la última Asamblea anual del organismo, la entidad de crédito se desmarcó del gobierno nacional, señalando que no tiene prevista una evaluación de las cuentas de la Argentina. “No tenemos planes específicos en este momento para una consulta del artículo IV”, señaló en Washington la portavoz del FMI, Caroline Atkinson. La contestación del ministro de Economía, Amado Boudou, no tardó en llegar. “No es un tema que a nosotros nos desvele”, respondió ayer a la tarde, durante la presentación de la reapertura del canje. Por detrás de los tironeos se encuentra el andamiaje que el Gobierno está construyendo para volver a los mercados financieros internacionales. De hecho, se está evaluando la posibilidad de apuntalar las negociaciones con el Club de París sin tener que aceptar la revisión del artículo IV, que implica el visto bueno del Fondo.

La relación con el FMI volvió a recalentarse, luego del congelamiento de los últimos tres años, pero cuando parecía que era para recomponer los lazos ambas partes volvieron a tomar distancia. “Ha sido muy triste y lamentablemente muy perjudicial para nuestro país cuando venía una misión en carácter de una especie de virrey a darnos instrucciones sobre lo que había que hacer con la política económica y a los cuatro o cinco años volvíamos a caer en una situación lamentable”, afirmó ayer Boudou.

La relación con el Fondo debe leerse dentro de las intenciones del Gobierno de resolver la situación financiera externa. Esto implica la reapertura del canje para los holdouts (ver aparte) y la renegociación con el Club de París. En el primer caso, se trata de acreedores privados, mientras que el segundo lo constituyen los principales países desarrollados. Con estos avances se busca hacerle un guiño al sistema financiero y poder conseguir crédito externo, tanto a nivel público como privado, a tasas razonables. El plan de Economía incluye poder influir en una baja en la tasa de interés doméstica, con el consiguiente impacto positivo en la rentabilidad relativa de la inversión productiva frente a la colocación financiera. En este esquema, el visto bueno del FMI podría ser un fuerte aval de la intención argentina, especialmente frente al Club de París.

El problema es que este aval que pretende obtener el Gobierno por parte del organismo es difícil de lograr, al menos sin recibir fuertes presiones públicas por las estadísticas oficiales y las políticas económicas. La historia reciente con el Fondo es mala y el Gobierno no quiere volver a recibir misiones del organismo con estridentes recomendaciones, críticas siempre dirigidas en favor del establishment local e internacional. En diálogo con Página/12, Mario Blejer, ex presidente del BCRA y funcionario del Fondo desde 1980 hasta el 2001, indicó que “es razonable que el Gobierno quiera controlar el tema de las recomendaciones, ya que en muchos casos son excesivas”.

El problema mayor se da en torno de las estadísticas oficiales. Aparentemente, el Fondo no está dispuesto a dar “el sí”, sin tocar el tema Indec, cuestión en la que el Gobierno no quiere ceder. Teniendo en cuenta este panorama, desde Economía estarían trabajando en vías alternativas para llegar al Club de París sin pasar por el Fondo. Para Blejer, este período después del estallido de la crisis pudo haber cambiado las condiciones de este organismo de crédito. “Es cierto que el Club de París tiene condicionamientos, pero las reglas antes de la crisis pudieron haber cambiado. Creo que hay alternativas y se podría llegar a un acuerdo sin el Fondo”, explicó. La novela entre el Gobierno y el Fondo promete continuar “cara a cara” el 7 de noviembre en Escocia, en el marco de la cumbre de ministros de Finanzas y Hacienda del G-20.

Informe: Javier Lewkowicz.