Sábado, 23 de octubre de 2010 | Hoy
ECONOMíA › ES EL TEMA CENTRAL EN LA REUNIóN DE MINISTROS DE FINANZAS DEL G-20
Estados Unidos tomó la iniciativa y propuso limitar los superávit y déficit comerciales de los países con el objetivo de atenuar los desequilibrios globales y evitar una guerra comercial. Rechazo de Alemania y emergentes.
La reunión de ministros de Finanzas del G-20 comenzó ayer en Corea del Sur, con la denominada “guerra de divisas” como tema excluyente, por el peligro que representa para la recuperación de la economía global. Estados Unidos tomó la iniciativa y a través de su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, propuso limitar los superávit y déficit comerciales de los países con el objetivo de atenuar los desequilibros globales y evitar una guerra comercial. Además, en la cumbre se tratará la regulación del sistema financiero y la salida de la crisis mundial. El ministro de Economía argentino, Amado Boudou, arribó el jueves y ayer mantuvo sus primeras reuniones.
Geithner envió una carta a sus pares del G-20 en las que demanda que los países con altos superávit comerciales se comprometan a incentivar la demanda interna, por ejemplo, a través de rebajas fiscales. Geithner definió a su vez objetivos concretos para limitar los déficit y superávit por cuenta corriente hasta el 4 por ciento del Producto Bruto Interno en 2015. En contrapartida, los países con déficit comercial crónico, como Estados Unidos, deberían aplicar políticas de ahorro y de fomento de la exportación.
El primero en reaccionar fue el ministro alemán, Rainer Bruederle, quien rechazó la propuesta de Geithner por considerar que la razón de que la economía de su país tenga superávit por cuenta corriente y que se apunte importantes éxitos exportadores no es consecuencia de una política cambiaria, sino de la mayor competitividad de las empresas alemanas. China también rechaza esa limitación porque mantiene un tipo de cambio débil que favorece sus exportaciones y le permite embolsar un enorme superávit comercial.
Estados Unidos sostiene que el gigante asiático mantiene su moneda artificialmente devaluada entre un 20 y un 40 por ciento. Además cuestiona los controles que impone China a la entrada y salida de capitales. Esa es una práctica habitual, pero con la economía mundial en recesión, esa política elevó las tensiones en el mercado de divisas. En un indicio de los problemas que aguardan al G-20, este mes el FMI calculó que el déficit de cuenta corriente de Estados Unidos se mantendrá en 2015 alrededor del nivel de este año del 3,2 por ciento del Producto Bruto Interno, y que el superávit de China se disparará al 7,8 por ciento desde el 4,7 por ciento.
Incluso otros países emergentes han optado por copiar la estrategia china. Asia y América latina sortearon la crisis con un modelo de crecimiento basado en la exportación y en la acumulación de reservas. El problema se da porque los países desarrollados confiaban en superar sus recesiones con las ventas al exterior y están viendo que eso es muy difícil porque sus divisas son muy caras. Entonces, el temor es que se terminen enfrentando todos contra todos. En junio pareció que las tensiones iban a disminuir cuando China suavizó los controles sobre su tipo de cambio. Sin embargo, desde entonces el yuan se revalorizó apenas un 2 por ciento.
El objetivo de Estados Unidos al fijar un límite al superávit y al déficit es que los países que compran en el exterior más de lo que venden trabajen para fomentar el ahorro de sus consumidores. Por el contrario, la medida obligaría a aquellos con superávit a iniciar reformas estructurales para incentivar el consumo dentro de sus fronteras, lo que ayudaría a la demanda global. Así afirman que los tipos de cambio fluctuarían de una manera más estable y se irían corrigiendo los desequilibrios globales. Sin embargo, la presión no funciona porque en China hay pocas herramientas para condicionar al gigante asiático. Además, si su moneda se revaluara su crecimiento económico se resentiría, disminuyendo la demanda de mercancías y afectando a numerosos mercados que actualmente exportan al Asia.
Mientras la “guerra de las divisas” avanza, el ministro de Economía Boudou continuó ayer con su agenda de reuniones. Las actividades del ministro Boudou comenzaron en el Hotel Hilton a las 15, hora de Corea del Sur, con una recepción donde se realizó la foto oficial de la reunión de Ministros y Gobernadores de Bancos Centrales del G-20. Boudou planteará al grupo la importancia de una mayor regulación de los mercados financieros, de los paraísos fiscales y también una mayor observación sobre las calificadoras, según se adelantó. Los tres sectores identificados por el titular de Economía son vistos como “los que estuvieron en la génesis de la crisis del 2009”.
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