ECONOMíA

“Habrá más pobres a fin de año”

El modelo anunciado es continuidad del neoliberalismo y provocará más concentración y pobreza, señaló el economista Martín Hourest. “El ministro miente, no es una pesificación sino que vamos a una dolarización creciente.”

 Por Raúl Dellatorre

Una de las primeras voces que ayer cuestionó el programa económico y la concepción del modelo que el domingo presentó el ministro de Economía fue la de Martín Hourest, economista de la CTA y del Frente Nacional contra la Pobreza. En una entrevista radial, en el programa “Mate Amargo” (Splendid), denunció la continuidad del modelo neoliberal y la opción elegida por el Gobierno en favor de los grupos económicos más concentrados.
–De acuerdo a cómo se resolvió la puja entre los grupos económicos endeudados y el sector financiero, ¿quién paga los costos de la devaluación?
–En estas peleas entre gigantes siempre pierden los de abajo. Los perdedores aquí son los pequeños y medianos ahorristas, además de los trabajadores. Se alinea una batería de medidas, en primer lugar una concesión fenomenal a los sectores exportadores. Segundo, una licuación de deudas fenomenal. Hay 1221 deudores que tienen el 48 por ciento de los créditos del sistema, es decir que no estamos hablando de millares y millares de deudores, sino de un grupo muy concentrado y poderoso. Uno podría decir que le dan un beneficio extraordinario a los exportadores, le licuan las deudas al empresariado nacional –en términos genéricos–, y benefician a los que fugaron divisas del país, porque quien se llevó 130 mil millones de dólares hoy tienen 260 mil millones de pesos, de partida, para empezar a discutir. Lo que se está haciendo es colocar la economía argentina no en un proceso de pesificación, como ha mentido el ministro de Economía, sino en un proceso de dolarización creciente, porque todo el funcionamiento de la economía se va a orientar a seguir el tipo de cambio.
–¿Por qué considera que vamos hacia una dolarización creciente?
–La economía va a tener una divisa clave, el dólar. El Banco Central se compromete a seguir dolarizando la economía, porque no se ha tomado la decisión de establecer un rígido control de cambios, ni tener un tipo de cambio administrado, ni tampoco se ha dicho que la divisa norteamericana es un bien de utilidad social y, en consecuencia, no puede ser utilizada para la especulación. Como no hicieron esto, y está claro que no lo piensan hacer, le han dicho tanto al sistema financiero como a los exportadores: ustedes son los proveedores de dólares. Ustedes determinaran cuál es la distribución del ingreso en la Argentina.
–¿Qué puede suceder con el nivel de actividad con este esquema que, aparentemente, apuesta todo a la exportación?
–Haciendo una lectura relativamente simple de la macroeconomía –de la cual el ministro dice que no se come, pero que ha producido asesinato de empleos–, la forma de crecimiento del producto se asienta en tres grandes andariveles: el crecimiento del consumo, de la inversión y de las exportaciones. Los tres no operan igual sobre el incremento del empleo y la distribución del ingreso. Un incremento de las inversiones puede generar mayor nivel de producto, pero no necesariamente mayor nivel de empleo, al igual que las exportaciones pueden crecer con una misma tasa de empleo y una peor distribución del ingreso. En ese contexto, el Gobierno ha decidido, y ahora ya no quedan dudas, que la reactivación del consumo popular y la redistribución del ingreso no es el eje del crecimiento. Y en consecuencia, en términos de ingreso nacional, creo que vamos a tener durante el año 2002 una caída del producto bruto de entre el 6 y el 8 por ciento. Esto implicaría, en términos concretos, que si yo tengo una inflación del 10 y una caída del producto del 6, estaríamos hablando de unos dos millones de personas adicionales por debajo de la línea de pobreza para diciembre de este año.
–¿Cuál puede ser el nuevo encuadramiento para la banca extranjera y la banca nacional?
–Ahí hay un tema de discusión fuerte. Si los actuales ocupantes del Ministerio de Economía suponen que con el expediente de conseguir un paquete de apoyo internacional, que representa objetivamente un aumento dela deuda externa argentina del orden del 10 por ciento, se va a salir indemne en materia de reconstitución del sistema financiero, me parecería de una dosis de ingenuidad fenomenal. Quienes pongan la plata en este paquete de ayuda van a exigir un proceso de concentración y de extranjerización de la banca. Y allí creo que están puestos en fila, en primer lugar, la reformulación del sistema financiero público, lo que implicaría la reestructuración de los tres bancos que aún retienen cierta capacidad de poder en el mercado (el Nación, el Provincia de Buenos Aires y el Ciudad), y en paralelo una caída de lo que quede de las entidades nacionales y cooperativas. Porque me parece que lo que se está buscando es calzar la nueva lógica de funcionamiento de la Argentina, asentada en la exportación de naturaleza partida en pedazos, en salarios mucho más bajos con una integración económica distinta a la que se venía pensando. Y en ese marco, la banca extranjera sirve tanto para lubricar el ingreso al ALCA como para mantener la posición predominante que en este momento tiene en materia de inversión extranjera directa los países de la Unión Europea.
–¿Estas medidas implican mantener el esquema neoliberal, el modelo único de pensamiento vigente durante los años 90?
–Está vigente, alterando quién se para en el podio, en qué lugar del podio. Aquí sucedió que quien estaba segundo, el Grupo Productivo, ahora está primero, y el que estaba primero, el grupo financiero, quedó como subcampeón. Pero me parece que nadie en la sociedad argentina puede esperar que de ese podio pueda salir un modelo de sociedad que merezca ser vivido. En ese contexto, me da la impresión que va a haber una fortísima ofensiva cultural para teñir esta política del barniz de la salvación nacional. Y me parece que está muy claro, y va a estar más claro cada día, para los sectores del trabajo, para los pequeños y medianos ahorristas, para los comerciantes, que aquí no hay salida en términos de crecimiento económico, no hay salida en términos de distribución del ingreso y que esta salvación nacional puede llegar a ser impugnada con éxito culturalmente por los sectores que se opongan.

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