ECONOMíA
Terminales aún varadas en el callejón de la crisis
La producción de autos en enero no alcanzó a las 10 mil unidades, pero fue suficiente para duplicar a las producidas en el mismo mes del año pasado.
Todo se ve según el cristal con que se mire: en relación con el catastrófico y atípico enero del año pasado, la producción automotriz se duplicó. Pero si la cantidad de unidades fabricadas se compara con las de diciembre, los registros que difundió ayer la Asociación de Fabricantes de Automotores acusa un retroceso del 23,8 por ciento. Para las terminales, no cambiaron las magras perspectivas para el mercado local y la salvación del sector, que atraviesa una de las crisis más severas de los últimos años, sigue siendo la exportación.
El incremento de la venta de automóviles a concesionarios es también una noticia auspiciosa, aunque la referencia sea el problemático enero de 2002, cuando el país estaba paralizado por la crisis económica e institucional. En relación a esa fecha, la suba registrada llegó al 96,8 por ciento, muy superior al modestísimo repunte del uno por ciento si se compara enero de este año con diciembre del pasado.
Cotejando esos mismos meses, la presunta bonanza de la industria automotriz se relativiza, ya que el mes pasado se fabricaron un 23,8 por ciento menos de unidades, que en diciembre último habían llegado a los 11.705 vehículos. La propia Adefa admite, de todos modos, que enero es un mes singular, en el que históricamente se venden pocos autos y, en el mejor de los casos, se patentan los que se compraron a fin de año.
Pero el verdadero oxígeno para las automotrices se lo insufló la posibilidad de aumentar las exportaciones, que en el último año crecieron un 166 por ciento. Aun en este caso las empresas sostienen que las comparaciones no son muy justas, ya que en el primer mes de gobierno justicialista no había ni tipo de cambio ni precio apropiado para vender afuera con buen rédito. Pero, fundamentalmente, no existían los acuerdos con Brasil y particularmente con México, que facilitaron el envío de unidades a esos destinos.
La situación sigue siendo mala si se la compara con la media histórica de la industria y, según las automotrices, este año no plantea perspectivas muy prometedoras. Sin embargo, el precio en pesos de los vehículos aumentó alrededor de un 150 por ciento, según las marcas. Pero ese ajuste en moneda local no alcanzó a compensar el salto que tuvo el tipo de cambio y si bien los automóviles sólo tienen una porción de sus costos importados, las empresas aseguran que en algún momento será necesario alinearlos con el valor del dólar.
Actualmente, la mayoría de las operaciones se hacen al contado y el precio final está en gran medida sujeto a la negociación de las partes en el momento de la venta. Según Adefa, en la medida que el dólar siga bajando, los compradores tienen chances de conseguir sustanciosas bonificaciones.