La economía de Brasil creció 0,6 por ciento en el primer trimestre, según datos oficiales publicados ayer, un avance que es menor al previsto por el gobierno. De todos modos, la administración de Dilma Rousseff reiteró su apuesta a un aumento del PBI este año del 3,5 por ciento, mientras que la OCDE pronosticó una suba de 2,9 por ciento. Uno de los factores que impidió un repunte más agresivo fue el pobre desempeño de la industria, que retrocedió 0,3 por ciento ante el último trimestre de 2012 y cayó 1,4 por ciento en la comparación con el mismo período del año pasado. Un desempeño mucho más alentador se registró en la producción agropecuaria, que avanzó 9,7 por ciento, mientras los servicios mejoraron sólo el 0,5 por ciento. Según datos oficiales, en marzo la inflación anualizada llegó al 6,5 por ciento, que excede al tope fijado por el Banco Central. Como la autoridad monetaria del país vecino utiliza un esquema de metas de inflación, ante tal variación del IPC decidió elevar las tasas de interés del 7,5 al 8 por ciento anual, lo que puede presionar más sobre la apreciación cambiaria, porque atrae capitales desde el exterior y también desestimula la inversión productiva. Por eso, la Federación de las Industrias del estado de San Pablo (Fiesp), el mayor gremio empresarial del país, se manifestó en contra de la decisión. “No es hora de subir los intereses, porque puede afectar al crecimiento”, señaló su presidente, Paulo Skaf.