ECONOMíA › EL PRESIDENTE CONTRA ORTODOXOS
“Tengamos memoria”
Cuando escuchó la pregunta, pareció decir por fin. Y se despachó a gusto sobre un tema del que quería hablar. “Usted no se acuerda, o no lo escuchó hablar a (Jorge) Avila o a (José Luis) Espert, no escuchó hablar a tantos economistas levantando la convertibilidad, levantando los resultados de esa gran economía que llevaría a la Argentina adelante, acompañando al presidente en los desfiles por el FMI y todo lo demás. Así nos fue a los argentinos. Tengamos buena memoria”, arremetió Néstor Kirchner. Así comenzó su larga respuesta a la consulta de si el Gobierno tiene un plan económico.
“Los que dicen que no tenemos proyecto económico –continúo– son los mismos que consolidaron el proyecto nefasto que hemos sufrido y estamos sufriendo todos los argentinos.” En rigor, los cuestionamientos al Gobierno y, en particular, a Roberto Lavagna por la falta de definiciones económicas se escuchan por derecha y por izquierda. En este último caso, por una supuesta lentitud en la instrumentación de políticas que favorezcan a la producción.
Pero Kirchner se concentró en las referencias a los economistas, a las consultoras y a los centros de estudios que acompañaron las políticas de los ‘90. Con nombre y apellido se refirió sólo a Espert y a Avila, un menemista declarado de la Universidad CEMA. “Quienes dicen que no hay política económica son los economistas que responden a los sectores concentrados de la economía, los que ampararon todo un proyecto de concentración económica en la década del ‘90, los que trabajan en escuelas económicas que son financiadas por los grupos económicos que manejaron la concentración económica en la Argentina”, insistió el Presidente. FIEL y la Fundación Mediterránea parecen dar con el perfil.
“Para esos economistas –siguió–, no hay proyecto económico si no le damos al sector financiero lo que quiere, si no renegociamos la deuda como ellos quieren, si no aplicamos las políticas fiscales que ellos quieren, si no damos el superávit fiscal primario que ellos quieren.” En este último punto, pareció enviarle un mensaje al FMI, dado que los “economistas ortodoxos”, como los llamó, plantean que debe subirse el superávit, mientras que el Gobierno buscaría mantenerlo en el nivel actual.