ECONOMíA
Sin tiros como John, Wayne marcó la agenda económica con EE.UU.
El secretario de Estado adjunto para Asuntos Económicos y Comerciales de Estados Unidos, Anthony Wayne, señaló en conferencia de prensa una prolija agenda para Argentina. El ALCA y el acuerdo con el FMI fueron mencionados. Argentina “es nuestra amiga y socio clave”, afirmó.
Por Claudio Scaletta
Estados Unidos ya no testea al gobierno de Néstor Kirchner. Anthony Wayne, el hombre que tiene a su cargo la agenda económica de Colin Powell, dejó entrever que no son necesarias las relaciones carnales para que Argentina sea considerada “nuestra amiga y un socio clave” en la región. De visita en la Argentina, el secretario de Estado adjunto para Asuntos Económicos y Comerciales, sostuvo que “Estados Unidos quiere ver a la Argentina prosperar, a su gente trabajando y mejorando sus vidas”. Claro que a esta prosperidad no se llega por cualquier camino, sino por la prolija agenda que el funcionario se encargó de subrayar.
La meticulosidad de Wayne estuvo en su habilidad para unificar algunos lineamientos señalados por Néstor Kirchner en su reciente reunión con George W. Bush y una mezcla de los deseos de Estados Unidos para la región con las demandas de los empresarios y banqueros norteamericanos en el país. Como ya es habitual en las visitas de funcionarios estadounidenses de primera línea, tampoco faltaron las reuniones con los economistas del establishment, quienes en estas oportunidades suelen actuar como correas de transmisión de los intereses del empresariado local.
La agenda delineada por Wayne estuvo signada por todas las obsesiones de la política exterior de su país. A la cabeza de las prioridades estuvo el ALCA y el énfasis en reposicionar la fecha del 2005 para su concreción. Para el hombre de Colin Powell ninguno de quienes se entrevistaron con él –empresarios, economistas y legisladores– se opusieron a la propuesta de concretar en sólo dos años la unión comercial hemisférica. Alianza que a su juicio no traería más que beneficios para la región. “Argentina tiene mucho para ganar”, sostuvo. “Los consumidores argentinos podrán disponer de muchos más productos” y “dada la productividad e inteligencia de sus empresarios, Argentina podrá abrir nuevos mercados, no sólo en Estados Unidos, sino también en Canadá y México”, destacó. Nada dijo Wayne de los efectos que la competitividad de los productos de su país generará en una economía complementaria como la Argentina, tampoco de los efectos de exclusión, pobreza y destrucción de economías regionales que el NAFTA, la alianza de libre comercio de América del Norte, provocó en México.
En la oficina por ahora vacante del embajador, desde donde la Argentina parece mansa como las copas de los árboles de Palermo, vista plácida sólo interrumpida por la maqueta plástica de un helicóptero, el funcionario evitó los puntos conflictivos y enfatizó las “coincidencias” de su gobierno con el local. En la reunión con W. Bush “Kirchner subrayó su enfoque para lograr la prosperidad de la Argentina”. A saber, “transparencia y reglas de juego claras”. El presidente argentino “se comprometió a tomar la iniciativa” en estas materias. Por eso “escuchó que nosotros apoyamos a su gobierno en este esfuerzo”, relató. “Queremos ver cómo Argentina vuelve a la senda del crecimiento sustentable, queremos un crecimiento del intercambio comercial”, agregó como para no olvidar de qué se trata la cosa. Siguiendo con la lista de coincidencias, Wayne agregó que tras las reuniones que mantuvo con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el ministro de Planificación, Julio De Vido, el viceministro de Economía, Guillermo Nielsen, así como también un grupo de legisladores de distintos partidos, se “sorprendió por la coincidencia” de todos en la lucha contra la corrupción, la búsqueda de transparencia y la construcción de “una cancha de juego nivelada”. Mientras escuchó estas cosas del Gobierno, los empresarios de la Cámara de Comercio yanqui-argentina y algunos banqueros, a los que ante una pregunta de este diario Wayne evitó identificar –así como a los economistas de siempre, pues “no damos nombres de reuniones privadas”– le plantearon la preocupación por “las reglas de juego que le den certeza a la vigencia del estado de derecho”.
Según dejó entrever el funcionario estadounidense, la lucha contra la corrupción del pasado y la transparencia actual estaría vinculada con elreposicionamiento de las empresas norteamericanas en las áreas privatizadas en la década del 90, así como en el sector financiero. No obstante ante el pedido de precisiones, Wayne se refugió en el lenguaje diplomático: “Los empresarios de Nueva York me dijeron que valoraban la opinión (de Kirchner) de combatir la corrupción”, arguyó. Por último el secretario adjunto expresó que Estados Unidos no intervendría en las negociaciones de Argentina con el FMI y tampoco en la renegociación de la deuda. Eso sí, si Argentina acuerda con el Fondo, entonces recibirá el apoyo de Estados Unidos. “Más allá de lo meramente económico vemos a la Argentina como un socio”, concluyó.