ECONOMíA › OPINION
Discutir lo importante
Por Claudio Lozano
Los datos publicados en materia de empleo y pobreza obligan a la reflexión. La crisis argentina tocó fondo en materia económica en el primer trimestre del 2002, momento a partir del cual comienza a observarse la recomposición de la actividad. En estos casos, como suele ocurrir, las comparaciones con el fondo del pozo resultan siempre positivas. En este sentido, que la actividad económica haya crecido un 5,1 por ciento, no nos exime de reconocer que estamos prácticamente un 10 por ciento por debajo del 2001. La pregunta principal a hacerse radica en saber si la lógica bajo la cual se produce la recomposición de la actividad altera o mantiene intactos los mecanismos que afirman la concentración y la distribución injusta del ingreso.
Así las cosas, corresponde precisar que el aumento de la actividad económica es más que duplicado por el crecimiento de las importaciones, dato que indica el carácter importador de la matriz productiva local. A su vez, las exportaciones crecen en niveles semejantes al PBI y el consumo muestra tener serias dificultades para arrancar. Si la actividad crece más del 5 por ciento el consumo privado, apenas supera el 1,5 por ciento y está casi 17 por ciento debajo del correspondiente al 2001.
Lo expuesto se completa con un panorama laboral donde la mayor actividad exhibe un impacto bajo sobre la tasa de desempleo; como la misma sigue siendo muy alta (21,4 por ciento si se descuenta el Plan Jefas y Jefes) posibilita que el nuevo empleo generado sea clandestino, de mala calidad y bajos ingresos; y en un contexto donde la presión sobre el mercado laboral define que el 56,5 por ciento de la Población Activa está buscando empleo, se generan condiciones que promueven una mayor intensidad en la explotación de la fuerza laboral y determinan que el salario siempre evoluciona por debajo del PBI.
En suma, más allá del descenso en la tasa de desempleo, la lógica que impera sobre la economía induce la consolidación de una pauta regresiva en materia de distribución del ingreso.
A dieciocho meses de la devaluación queda claro que con ésta no se resuelve la distribución. Discutir un nuevo régimen económico exige algo más que definir el nuevo nivel del tipo de cambio. Se trata de asumir la cuestión distributiva como un capítulo central para el futuro de la Argentina. Este será el único camino que nos permitirá intervenir sobre el cuadro de pauperización aberrante que exhibe nuestra sociedad, archivando estrategias banales que en lugar de asumir la tarea de resolver lo que ocurre insisten en tratar de discutir aquellas estadísticas que no le brindan los resultados esperados.
* Secretario de Estudios y Formación –CTA–.