Lunes, 27 de octubre de 2014 | Hoy
ECONOMíA › TEMAS DE DEBATE: EL IMPACTO DE LAS TECNOLOGíAS DE IMPRESIóN 3D EN LA PRODUCCIóN
La capacidad para imprimir una variedad de materiales podría modificar las formas de consumo y el acceso a bienes, al acortar los tiempos requeridos entre el diseño y la producción, permitiendo acelerar los mecanismos de producción flexible.
Producción: Tomás Lukin
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Por Josefina Grinberg *
En el último tiempo, las tecnologías de impresión 3D adquirieron gran notoriedad: en diversos países se están llevando a cabo diferentes iniciativas tanto gubernamentales y privadas, como de la sociedad civil, tendientes a fomentar la innovación, el aprendizaje y la adopción de la tecnología de impresión 3D. Se cree que esta tecnología posee el potencial de modificar radicalmente la industria manufacturera, puesto que su utilización para la fabricación de un producto final podría implicar nuevas maneras de producir, diseñar, distribuir y comercializar bienes.
La impresión 3D se inscribe dentro de las denominadas Tecnologías de Propósito General, ya que su aplicación atraviesa el conjunto de actividades productivas y sociales, abriendo la puerta para una revisión profunda del paradigma tecnoproductivo dominante. Entre otras cosas, al prescindir del uso de matricería permitiría un grado de personalización de piezas sin precedentes, alentando la producción a demanda y de piezas únicas, y admitiría el desarrollo de morfologías inimaginables para los métodos tradicionales. A su vez, esta tecnología está impulsando iniciativas de investigación sobre nuevos materiales y promete las aplicaciones más novedosas y diversas, tales como la impresión de material biológico, medicamentos y productos alimentarios, por mencionar algunos ejemplos.
Si bien la tecnología de impresión 3D no es nueva, en la última década ha crecido significativamente. Con la explosión de Internet y de las tecnologías digitales, surgieron proyectos que proponen el libre acceso a los desarrollos tecnológicos, permitiendo compartir la información de igual manera que sucede con el software open source. Así, a partir de los modelos de código abierto, al escenario vigente dominado por las empresas fabricantes de máquinas de uso industrial y profesional se sumaron nuevos emprendimientos comerciales, movimientos de usuarios-productores, comunidades de aficionados, etc. Estas dinámicas se propagaron rápidamente, también en los países en desarrollo.
En sintonía, el sector de la tecnología de impresión 3D en Argentina se encuentra en proceso de expansión. En primer lugar, existen diversas empresas que, a partir de los modelos disponibles bajo licencias públicas, han desarrollado sus propios productos comerciales. En segundo lugar, hay una creciente comunidad de usuarios que experimentan constantemente con la tecnología generando procesos innovadores. Además, organismos públicos como el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y el INTI han impulsado diversas iniciativas destinadas a apoyar y difundir la producción y el uso de la tecnología de impresión 3D. Desde el año 2013, ambas instituciones han llevado adelante actividades como mesas consultivas con actores representativos del ecosistema de la impresión 3D, la Primera Jornada Nacional sobre Impresoras 3D, y talleres con sectores productivos. Estas acciones condujeron a la elaboración, por parte del MinCyT, de un instrumento que busca tanto fomentar la innovación en el área de la impresión 3D, como estimular procesos de aprendizaje de la tecnología entre estudiantes y docentes de carreras de diseño e ingeniería. Complementariamente, el MinCyT estableció un compromiso junto con el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, que tiene como objetivo principal la capacitación de trabajadores en el uso de esta nueva tecnología.
Claramente, los desafíos que se presentan son muchos. Por un lado, habrá que capitalizar los avances alcanzados hasta el momento a nivel local para posicionar al país como productor de la tecnología en la región, mejorando las tecnologías disponibles, optimizando las experiencias de uso y ampliando la oferta de productos y materiales de impresión. El carácter extremadamente sistémico de la tecnología, por otra parte, demanda pensar no sólo en el de-sarrollo de equipos e insumos, sino también de los servicios complementarios necesarios para conformar una red robusta (repositorios digitales, e-commerce, distribución, etc.). Potenciar la difusión de una nueva tecnología y su incorporación a otras actividades, logrando un dominio profundo de sus principios y herramientas, es lo que permite una asociación virtuosa entre el avance tecnológico y el desarrollo social y productivo. Es ésta la forma en que se logra forjar desde las políticas de innovación una competitividad genuina, así como la orientación del desarrollo tecnológico hacia la resolución de problemas propios de nuestro entramado social. Por último, se abre un complejo debate sobre los marcos regulatorios, siendo ésta una tecnología que se imbrica en un ámbito difícilmente regulable como Internet. Esta cuestión excede la dimensión “legal” de la tecnología, e invita a reflexionar sobre las posibles implicancias de la difusión y adopción de la misma y, especialmente, a pensar en usos responsables.
* Diseñadora industrial (UBA) – Maestría en Ciencia, Tecnología y Sociedad (Universidad Nacional de Quilmes).
Por Adrian Smith * y Mariano Fressoli **
Las tecnologías de fabricación digital, y especialmente la impresión 3D, permiten digitalizar objetos en tres dimensiones e imprimirlos materialmente. Se sostiene que la capacidad para imprimir una variedad de materiales (desde plásticos, arcillas o metales hasta cultivos celulares) podría modificar las formas de consumo y el acceso a bienes. Esto se debe a que las tecnologías de fabricación digital acortan los tiempos requeridos entre el diseño y la producción, permitiendo acelerar los mecanismos de producción flexible de pequeñas cantidades. Simultáneamente, la fabricación digital acentúa el rol de la economía de servicios y el ascenso de las capacidades de diseño y programación, mientras que amenaza las capacidades manufactureras tradicionales.
Las promesas de la fabricación digital han atraído a grandes empresas, investigadores, políticos, emprendedores, arquitectos y diseñadores, makers y medios de comunicación. Dependiendo de a quién escuchemos, se argumenta que la fabricación digital podría iniciar una tercera revolución industrial, la personalización de la producción y el fin de la producción masiva. Otros sugieren que es el comienzo de nuevas formas de democratización del conocimiento y fabricación más sustentable.
Sin embargo, la historia de otras “revoluciones tecnológicas” nos enseña que difícilmente una sola tecnología puede forzar el cambio. El cambio radical es más bien el resultado de una combinación entre varias tecnologías y procesos sociales. Estas fuerzas se interrelacionan y combinan, pero fundamentalmente son los actores sociales quienes impulsan y llevan adelante los cambios.
Por ejemplo, a principio del siglo XX no fueron sólo las máquinas de coser hogareñas sino también las revistas con moldes de ropa y la disponibilidad de telas económicas las que permitieron revolucionar la moda y democratizar el acceso a la vestimenta. Los trabajadores pudieron producir y arreglar su ropa, adaptando distintos diseños. Pero, como en otros casos, las posibilidades que abrieron las máquinas de coser también implicaron una mayor carga para las mujeres, que tenían que hacer la costura.
¿Sucederá una “revolución” parecida con la fabricación digital? Y si no, ¿hacia qué dirección nos llevará? Afortunadamente, la historia también indica que es difícil predecir el rumbo del cambio tecnológico. Entonces, en lugar de pronosticar el futuro parece más relevante generar oportunidades para que la gente acceda a las nuevas tecnologías y pueda participar concretamente de las posibilidades y controversias que genera. Estas experiencias también deberían tomar nota de los riesgos que implica la fabricación digital. Es importante reconocer que las visiones sobre el futuro de la fabricación digital tienen implicancias para el trabajo, el consumo, el desarrollo social y el uso de recursos.
Existen varios lugares que están desarrollando estas tecnologías en Argentina. Por un lado algunas empresas locales, universidades e institutos públicos como el INTI ya están creando productos y servicios a nivel nacional. Por otro lado, existen nuevos talleres de experimentación como los movimientos de fablabs (laboratorios de fabricación digital), makers y hackerspaces. Se trata de espacios organizados informalmente donde cualquiera puede acceder a las herramientas, aprender su uso y proponer proyectos. También se conectan entre sí a través de medios electrónicos, lo que les permite compartir diseños, tutoriales y nuevos aprendizajes. Algunos de ellos ya existen en Argentina.
Pensamos que, además de los espacios orientados a la producción industrial, los nuevos talleres ofrecen oportunidades para acceder a la fabricación digital. La experimentación a este nivel es clave porque permite abrir ámbitos de reflexión sobre la dirección del cambio tecnológico, introduciendo nuevos tópicos, como el acceso libre al conocimiento y la producción sustentable. Estas experiencias también resultan significativas para las instituciones públicas interesadas en apoyar la educación en nuevas tecnologías como forma de inclusión social.
En los talleres y hackatones es posible observar cómo la gente se involucra con la fabricación digital y qué tipos de relaciones sociales construyen a partir de los proyectos que comparten. Permiten entender además cómo los nuevos usos, bienes, formas de intercambio y propiedad intelectual podrían conectarse con la economía. A partir de ellos quizá sea posible comprender qué nuevas formas organizacionales y culturales están emergiendo, y si efectivamente llevarán a la aparición de formas de organización descentralizada y democrática, a la modificación de los patrones de trabajo y consumo, o a un incremento de los mecanismos de control y exclusión.
Creemos que la diversidad y experimentación con ideas, tecnologías y formas de organización que estos espacios generan son relevantes para el resto de la sociedad. Por lo tanto, sería interesante tender más puentes entre los espacios experimentales y los espacios formales de ciencia y tecnología. Más allá de las promesas y fascinaciones de la fabricación digital, es fundamental abrir el debate y la experimentación para poder elegir colectivamente y de manera autónoma las direcciones del cambio tecnológico.
* Steps Centre y SPRU – Universidad de Sussex.
** Centro Steps América latina / Conicet.
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