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La caída de Argentina provocó una hecatombe en la organización interna del Fondo Monetario. Como es sabido, el argentino Claudio Loser, director del Departamento Occidental, y el chileno Tomás Reichman, jefe de las misiones al país, fueron relevados de la tarea de auditar el caso argentino y en su lugar fue nombrado el indio Anoop Singh, que hoy llega a Buenos Aires.
Aunque parezca mentira, Loser y Reichman son acusados en Washington de haber sido demasiado “condescendientes” con el gobierno de De la Rúa. Pero, sobre todo, de haber confiado demasiado en Cavallo. Tanto es así que una broma habitual hoy entre los economistas del Fondo es la de mencionar una y otra vez la frase que repetían los funcionarios argentinos de la última etapa de De la Rúa cuando negociaban en Washington: “Domingo (Cavallo) está totalmente comprometido” con el ajuste. Y al mendocino Loser, hay varios que en privado lo rebautizan con un sobrenombre: “Looser” (perdedor).
Lo cierto es que para lavar la responsabilidad del propio Fondo Monetario en la crisis argentina, después de una década en que se siguieron a rajatabla las recetas de Washington, la operación de congelamiento de Loser y Reichman se hizo delicadamente. Paradójicamente, después de tanto machacar con la necesidad de recortar el gasto público y la burocracia estatal, el directorio del Fondo resolvió crear más burocracia dentro de su organigrama. Así, se formó la Dirección de Operaciones Especiales, para que desde esa posición Singh se ocupará especialmente del caso argentino y Loser y Reichman pudieran mantener sus empleos, abocándose en el futuro a monitorear al resto de los países latinoamericanos.
Quien salió intacta de la crisis fue la italiana Teresa Ter Minassian, la recordada jefa de misiones a la Argentina durante la década pasada. Después de años de presionar a los funcionarios argentinos, Teresa supo eyectarse a tiempo del avión, en el que viajaba como segunda de Loser, y consiguió que la nombraran directora del Departamento de Asuntos Fiscales, un área de investigación para no hacerse muchos problemas. “Yo he visto a Teresa gritarle a funcionarios del menemismo. Creo que Singh ni siquiera va a levantar la voz”, se consolaba ayer un funcionario con experiencia en lidiar en el Fondo.