Lunes, 2 de febrero de 2015 | Hoy
ECONOMíA › TEMAS DE DEBATE: EL IMPACTO ECONóMICO DEL TRIUNFO ELECTORAL DE LA IZQUIERDA GRIEGA
El ascenso de Siryza evidencia un punto de quiebre con las políticas de ajuste predominantes en el Viejo Continente. Por qué fracasó el programa de la troika y cuáles son los principales puntos que prevé impulsar el nuevo gobierno griego.
Producción: Tomás Lukin
Por Julio C. Gambina *
Resulta interesante para el pueblo argentino observar la experiencia en Grecia, especialmente cuando la crítica situación de ese país de los últimos años fue referida como similar a la de la Argentina de 2001. Es más, las “soluciones” asumidas por los gobernantes en Atenas fue la de seguir los consejos del ajuste y la austeridad de la troika conformada por las autoridades de la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI. Con esa receta el resultado estaba cantado: crecimiento del desempleo, reducción de los ingresos de los sectores populares y el descontento que se canalizó como acción de masas en las elecciones presidenciales. Un desenlace que contradice la aspiración de las clases dominantes que pugnan por salidas hacia la derecha y la liberalización de la economía.
Ahora el interrogante apunta a si la voluntad popular y el programa de gobierno de Siryza serán cumplidos en el gobierno de Alexis Tsipras, coaligado con el nacionalismo independiente, también opuesto a la lógica económica de la dominación europea y mundial. Claro que también pesará el bloque comunista en el Parlamento y la resistencia obrera y popular, muy fuerte en la tradición de lucha de Grecia.
Al tope de los compromisos del programa figuraba la realización de una “auditoría de la deuda pública” y “renegociar su devolución y suspender los pagos hasta que se haya recuperado la economía y vuelva el crecimiento y el empleo”. Vale para pensar en acciones conjuntas entre la Argentina y Grecia en ámbitos internacionales, y así ganar espacio en el repudio e investigación al cáncer de la deuda externa.
También está la exigencia a la Unión Europea para promover cambios en el Banco Central Europeo favorables a un financiamiento “directo a los Estados y a los programas de inversión pública”, modificando la relación subordinada con las autoridades del bloque. Son orientaciones que pueden converger con la demanda regional por una nueva arquitectura financiera.
En materia impositiva se proponen “subir el impuesto de la renta al 75 por ciento para todos los ingresos por encima del medio millón de euros anuales” y aplicar “un impuesto a las transacciones financieras” y para “los productos de lujo”, incluso llevar la recaudación de las sociedades a la “media europea”. Es un camino a emular en el país y la región, especialmente cuando se confirma que América latina es el territorio más desigual del mundo y que la Argentina demora una profunda y progresiva reforma tributaria.
Junto a ello aparece la prohibición de “los derivados financieros especulativos, como los swaps y los Credit Default Swaps (seguros contra default)”, “abolir los privilegios fiscales de los que disfruta la Iglesia”, “combatir el secreto bancario y la evasión de capitales”, “rebajar el gasto militar” y “subir el salario mínimo mensual a 751 euros”, el nivel previo a los recortes de la troika.
Lo simbólico importa y la prensa extranjera recoge que el flamante primer ministro Tsipras “apareció con una camisa de cuello abierto y prometió no llevar corbata hasta que haya negociado un nuevo acuerdo de Grecia en Europa”, una cuestión central en el debate europeo actual. Su primer acto como primer ministro fue colocar rosas en un monumento a 200 comunistas griegos ejecutados por los nazis en mayo de 1944, en un gesto muy fuerte de recuperación de la memoria histórica de lucha y que en la coyuntura puede leerse como una señal de disposición a enfrentar el poderío germano en la UE.
Entre las primeras medidas económicas asumidas aparece la recuperación del salario mínimo y la asistencia de luz gratuita a personas sin posibilidad de acceso y con ingresos por debajo de la pobreza, además de la investigación sobre el plan de rescate del 2010, en clara confrontación con la línea de sumisión a la troika que manda en la UE.
Mientras tanto, en el canal oficial alemán se destaca que “varios proyectos de privatización fueron frenados: el puerto de El Pireo, la empresa de energía PPC y los ferrocarriles griegos”. Desde la televisión pública de Alemania se difundió que Grecia no está de acuerdo con la política de sanciones a Rusia puestas en marcha por la UE, lo que convierte en un problema que uno de los 28 países vete las sanciones e impida que sean aplicadas. Todo parece alentador, es un buen síntoma para extender los vientos de cambio que soplan desde nuestra América.
* Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, Fisip.
Por Ernesto Mattos *
Existe una tensión entre la economía política y la filosofía. Martin Heidegger planteó que la cultura occidental es Alemania, y que ella se debía al desarrollo de su pensamiento influenciado por los filósofos griegos. El resto de Europa –Irlanda, Francia, Portugal, Italia, Grecia o España– sería la barbarie. Para aclarar la distinción entre bárbaros y no bárbaros, según José Luis Romero, entre “la invasión de los bárbaros (alemanes) a Roma y la caída de su imperio se produjo un legado, una fusión y amalgama de las culturas romana-alemana y hebreo-cristiana” que Heidegger trata de separar. En lugar de Roma, las últimas invasiones bárbaras apuntaron hacia la cuna de la civilización occidental: Grecia. No fue necesario un ejército sino que, bajo la conducción de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) la invasión se realizó con privatizaciones y austeridad fiscal.
La economía helena entró en recesión en 2009 como consecuencia de la crisis financiera mundial, el endurecimiento de las condiciones de crédito, y el fracaso de Atenas para hacer frente a un creciente déficit presupuestario. En abril del año siguiente una agencia calificadora de riesgo asignó a la deuda griega su menor grado de solvencia y en mayo el Fondo Monetario Internacional junto con los gobiernos de la eurozona otorgaron a Grecia préstamos de emergencia de corto y mediano plazo por 147 mil millones dólares para que el país pudiera hacer frente a los pagos de su deuda. A cambio del rescate más grande jamás reunido, el gobierno anunció recortes en el gasto y un aumento de impuestos por 40 mil millones de dólares durante tres años.
No fue suficiente. En 2011, bajo una intensa presión de la troika y los participantes del mercado financiero internacional, se impuso al gobierno griego la adopción de un nuevo programa de “austeridad” de mediano plazo que incluyó un recorte en el gasto, reducción del tamaño del sector público, reforma del cuidado de la salud y los sistemas de pensiones, y mejorar la competitividad a través de reformas estructurales en los mercados de trabajo (flexibilización laboral en criollo) y de productos (desregulación). Estas medidas impuestas por el BCE, principalmente, se dan de la mano de Mario Draghi, un ex Goldman Sach.
Todos los intentos para salir de la recesión iniciada hace seis años, préstamos y reestructuraciones, siempre tuvieron un hilo conductor: el ajuste del gasto (salud y pensiones sociales), privatización y flexibilización laboral. Algunos datos pueden ayudar a comprender el experimento neoliberal de la troika. En 2011, Grecia tuvo un nivel de desempleo del 17,7 por ciento y el crecimiento económico fue negativo en un 7,7 por ciento. Luego de la implementación de los salvajes planes de ajuste, 2014 terminó con una tasa de desocupación del 25,7 por ciento mientras que entre los jóvenes menores de 25 años el desempleo fue superior al 50 por ciento. El año pasado la economía helénica arrojó una variación del nivel de actividad del 0,7 por ciento. A lo largo de los últimos cuatro años se observó además una contracción del 26 por ciento en el crédito al sector privado y del 53 por ciento en los préstamos otorgados por el público. Entre tanto, el PBI per cápita se redujo de 18.700 a 16.500 dólares entre 2011 y 2013.
Esos números muestran que el experimento de la troika en Grecia fracasó, y por ello el pueblo griego busca otras opciones políticas, como es la reciente victoria de Syriza en las elecciones que colocaron a Alexis Tsipras como primer ministro. Pero tener los votos no es tener el poder para cambiar la estructura productiva. El nuevo gobierno enfrenta un camino largo de construcción donde el instrumento político para la transformación social permita ampliar los espacios de participación y radicalizar la democracia ante las clases dominantes que detentan el comercio exterior y la banca junto a la troika.
Es irónica la historia, pero los bárbaros no sólo invadieron Roma en el pasado sino que ahora se apropiaron de la cultura occidental y también controlan la economía griega. Las tensiones entre la economía política y la filosofía se expresan en el continente europeo, mientras la economía política y la filosofía –inconclusa– latinoamericana se van gestando y tomando otros caminos; aunque todos los caminos, ahora, conducen al “cuzco”.
* Economista del Ciges, cátedra nacional Arturo Jauretche.
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