ECONOMíA
“Kirchner es un duro, pero muy serio en la gestión”
En un inesperado cambio de tono, el establishment económico habla bien del Presidente. Y en el coloquio de IDEA se planteará hasta si existe el imperialismo yanqui. Oscar Vicente, ex Pérez Companc, lo explica.
Por Cledis Candelaresi
Algo parece estar cambiando en el establishment económico local, empezando por sus propuestas para el debate, hasta hace poco ceñidas a la falta de seguridad jurídica y problemas de gobernabilidad. “¿Es cierto que no hay alternativa a una economía de mercado?”, “¿Por qué no se fueron todos?”, “Estados Unidos: ¿imperialismo o hegemonía?”, son algunos de los interrogantes incluidos en el temario de IDEA, el cónclave empresario que entre el miércoles y viernes congregará a figuras empresarias y políticas en Mar del Plata. El discurso de Oscar Vicente, vicepresidente de ese Instituto y actual ejecutivo de Petrobras, también prueba el empeño patronal para congraciarse con Néstor Kirchner, a quien hasta hace poco muchas empresas miraban con desconfianza y hasta le recriminaban hostilidad. “Más que duro es cuidadoso”, lo defendió el otrora hombre fuerte de Pérez Companc.
–¿Se puede hablar de una división del empresariado entre el establishment económico de los ‘90 y un núcleo de industrias nacionales?
–No. En los ‘80 había un gran protagonismo de las empresas nacionales. En los ‘90 se produjo una importante apertura y gran afluencia de empresas extranjeras, simplemente porque hacían falta inversiones muy fuertes, aporte tecnológico importante y operadores con experiencia para las empresas que se privatizaban. Hoy ya se acumuló localmente esa experiencia y muchas participaciones accionarias empezaron a venderse.
–¿Quiere decir que hoy podría prescindirse de la inversión extranjera?
–Una cosa es el conocimiento y otra, los capitales. Es necesario recomponer el capital financiero, porque las grandes inversiones necesitan créditos. Hoy nadie financia obras de largo plazo en la Argentina.
–¿Cree que el Gobierno tiende a favorecer el capital local en detrimento del transnacional?
–No. Las normas siguen siendo las mismas para todos. Pero quienes tienen todas sus inversiones en la Argentina corren con la desventaja de soportar el alto riesgo local. El Gobierno dijo que quería privilegiar al empresariado nacional, pero hasta ahora no tomó ninguna decisión concreta en ese sentido.
–¿Se sentirían desairados si Kirchner no asiste al coloquio de IDEA?
–Yo no lo vería así. Nosotros lo esperamos para el cierre, el día 7. Pero sucede que él tiene un compromiso en Calafate, donde se celebra el Día de Parques Nacionales y quizá prefiera estar ahí. Sólo se trata de una superposición de compromisos.
–¿El Presidente es un auténtico duro, que confronta todo el tiempo con el poder económico, o esa intransigencia es sólo una pose para congraciarse con el progresismo?
–Kirchner es un duro frente a la realidad. Duro, pero muy serio en la gestión. Yo tengo una buena relación con él y hace tiempo que tengo mucho trato. En Pérez Companc desarrollé distintos proyectos en minería, gas y petróleo en el Sur desde hace más de treinta años. Allí lo conocí, a él como gobernador y a Julio De Vido como parte de su equipo.
–Conociéndolo, ¿diría que tiene cierta animadversión hacia las privatizadas o su firmeza es parte de la estrategia negociadora?
–Yo diría que más que duro es cuidadoso, porque atraviesa un momento crítico. Todos saben, aun en el Gobierno, que hay que recomponer las tarifas y, entre otras cosas, mejorar el precio del gas boca de pozo para reponer reservas, porque los yacimientos declinan y la mayor actividad económica genera más demanda. La cuestión es cómo se hace y en qué tiempo.
–Pero mejorar el precio del gas boca de pozo significaría añadir un nuevo argumento a favor del aumento de las tarifas finales, algo que el Gobierno trata de demorar.
–Es cierto que corregir los precios boca de pozo impulsaría la tarifa final. Pero hay que recordar que cuando hablamos de usuarios, hablamos sólo en un 20 por ciento de clientes residenciales. El grueso del gas sedestina a comercios y a industrias. Por eso es importante segmentar la tarifa con aumentos diferenciados.
–El reciente acuerdo entre Repsol y Techint, ¿es un buen antecedente en este sentido?
–Sin duda. Pero aclaremos que fue un acuerdo de partes privadas en el que el Gobierno no tuvo ninguna intervención.
–¿La compensación a los bancos es una señal a favor de la seguridad jurídica que se reclama desde el empresariado?
–No quiero opinar sobre la ley porque no sé si fue o no consensuada con el sector bancario. Lo que puedo decirle es que nos interesa que funcione el sistema financiero, tanto para colocar excedente de dinero como para facilitarnos crédito a costo razonable. Si esto no ocurre, la gente seguirá escondiendo la plata en el colchón, como ocurre actualmente.
–¿Qué le parece la propuesta de renegociación de la deuda pública que hizo Economía?
–La quita es alta, los plazos largos y el interés bajo. Pero los recursos que tenemos como país son pocos, así que no hay otra alternativa. Por eso creo que el planteo de (Roberto) Lavagna es muy realista: propone un esquema que se puede cumplir y esto resulta muy razonable. Después, algunas cosas cambiarán en la negociación y, al final, seguro habrá un acuerdo.
–¿Sigue pensando que la deuda privada debe rediscutirse bajo el paraguas del Estado?
–No. Nosotros (por Pérez Companc) reestructuramos nuestra deuda antes de la venta y ahora (como Petrobras) acabamos de colocar 100 millones de dólares en obligaciones negociables a diez años y al 9,5 por ciento anual. El país ha mejorado un poco su imagen y eso ayuda a esta renegociación.
–Las petroleras tienen parte de ingresos en dólares. Pero, ¿qué pasa con las empresas que tienen deudas en moneda dura e ingresos en pesos?
–Este es un serio problema, por ejemplo, de las privatizadas, al que el Estado puede contribuir autorizando una suba tarifaria para mejorar la performance de ingresos. Pero para la reorganización de su deuda cada empresa debe arreglárselas sola y no hay ayuda estatal que valga.
–¿Le parece razonable el sistema de premios y castigos que promete instrumentar el Gobierno, básicamente con las privatizadas?
–El Gobierno sólo puede juzgar si las empresas cumplieron o no con sus obligaciones contractuales. Y si no lo hicieron, aplicar las sanciones del caso. Pero no corresponde ir más allá.
–¿Qué autocrítica le cabe al empresariado?
–Sólo puedo decirle que los empresarios tenemos que ser eficientes, tanto para ganar dinero como para mejorar nuestra imagen. Lo demás es el Prode del lunes, cuando uno tiene en claro qué pronóstico equivocó. El país se endeudó mucho y nosotros, los empresarios, nos vimos arrastrados en esta situación. Podemos pensar, por ejemplo, que si tomamos deuda en dólares era porque no podíamos endeudarnos en pesos, y cuestiones por el estilo que no vale la pena analizar ahora.
–Respecto del presente se lo nota optimista.
–Soy optimista por naturaleza. De lo contrario, no trabajaría en petróleo. Aquí uno invierte 5 millones de dólares para perforar un pozo a 10 mil metros de profundidad que tal vez esté vacío. ¿Cómo se encara una segunda perforación si no se tiene optimismo?
–La realidad es que hoy el sector petrolero pertenece al núcleo de los aventajados del país.
–La Argentina tiene las mismas unidades energéticas de petróleo que de gas: mitad y mitad. Al 50 por ciento petrolero le va bien y al gasífero, por ahora, muy mal.