ECONOMíA › OPINION

Carrió se equivoca

Por Juliana Marino *

Quiero hacer unas breves consideraciones acerca de la nota publicada el 7 de diciembre, “Mejor del régimen, pero parte del régimen”, en alusión a una frase utilizada por Elisa Carrió referida al presidente Néstor Kirchner. En primer lugar: ¿Qué significado exacto le asigna la señora Carrió a la palabra “régimen”, que por otra parte y hasta el momento no ha permitido aclarar su inscripción ideológica? ¿A juzgar por la definición del diccionario –“sistema político por el que se rige una nación”– no debería sentirse parte de él? ¿O tengo razones para ofenderme cuando evoca mi niñez en un hogar antiperonista?
He admirado, como tantos, el papel de denunciante que la señora Carrió jugó durante los peores días del menemismo y del gobierno de De la Rúa y debo reconocer que, aunque a ella le disguste, cumplió un importante rol indirecto en la llegada a la presidencia del compañero Kirchner, para bien de los argentinos. Sin duda, su voz contribuyó nítidamente a que una parte indecisa de la ciudadanía comprendiera la necesidad de transparencia, honestidad y decisión para enfrentar a las mafias, al poder económico concentrado y a sus gestores políticos. Por eso, entre la diversidad de opciones que se presentaron para ganarle a Menem, alcanzó el más alto consenso la que planteaba mayor posibilidad de derrotarlo en el verdadero campo de batalla, que no es otro que el de la toma diaria y constante de decisiones de gobierno y que, por supuesto, no era la del partido de la ex diputada. Creo humildemente que Carrió se equivoca no sólo reiteradamente, sino también de manera conceptual y de manera profunda.
Creo que se equivoca cuando rehúye presentarse como candidata para ejercer un nuevo mandato como diputada, demostrando incapacidad para pasar de la denuncia a la profundización de la propuesta, y creo que se equivoca aún más hondamente cuando convoca a la centroizquierda a no aceptar los cargos que se ofrecen desde el Gobierno augurando la desaparición de ésta.
Ignoro si tales ofrecimientos existen, pero si existieran “los hombres y mujeres jóvenes con una clara opción de lucha contra la pobreza” a los que invoca tendrían mayores herramientas para llevar adelante esa lucha y por ende tendrían la obligación moral de aceptarlos, sencillamente porque el hambre no espera y cada día en la pobreza extrema atrasa dos en la recuperación de la dignidad de cada ser humano.
Siento que Carrió se suma a la enfermedad diletante de llenar el mundo de palabras, para justificar la propia impotencia y el miedo escénico de entrar al verdadero campo de juego en el que se dirime diariamente el rumbo del país. Lo grave de esta actitud en ella es que como referente importante de la batalla contra la infamia, que sin duda lo fue, escatime sus virtudes e intente contagiar sus defectos a la hora de la urgente construcción de un nuevo país. Con esos mismos códigos, hace pocos días casi diez legisladores de “izquierda” o “centroizquierda” le regalaron la administración de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires a un ex funcionario del Proceso, reciclado por el macrismo.
Siguiendo a sus propias palabras Carrió debería saber a esta altura que “la conciencia que no se quiebra” no es la que se niega a aceptar un cargo en un gobierno popular, sino aquella que una vez en él mantiene la templanza y el coraje de llevar adelante sus convicciones resistiendo el peso que el poder mafioso acumuló durante años, y esto es lo que hasta ahora viene realizando de manera inapelable el Presidente.

* Diputada nacional Fuerza Porteña.

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