ECONOMíA › FRACASO LA REUNION DE VICECANCILLERES EN BUENOS AIRES
El Alca está en punto muerto
No hubo avances en la negociación y se postergó el encuentro de Puebla. Siguen las diferencias entre EE.UU. y el Mercosur.
Por Cledis Candelaresi
El resultado del cónclave por el Alca que ayer terminó en Buenos Aires estaba casi cantado desde su primera jornada. Las dificultades para acercar posiciones entre los Estados Unidos, renuente como siempre a hacer más permeable su codiciado mercado de agroalimentos, y el Mercosur, empeñado en no avanzar en el debate hasta que haya una señal firme en ese sentido, dejó las cosas en un punto casi muerto. Esa falta de acuerdo impide la reapertura formal de negociaciones, al punto que ayer se decidió postergar para el 22 y 23 de abril la reunión que debía realizarse en Puebla la semana que viene. Antes de llegar a la ciudad mexicana, el 31 y 1º próximos, los delegados harán un nuevo intento de acercarse en otro encuentro informal a orillas del Río de la Plata.
La intención era descongelar la situación generada a principios de febrero en Puebla, donde el desencuentro de expectativas entre aquellas partes dejó las cosas casi en punto muerto. “Avanzar”, ese fue el mandato con el que llegaron a Buenos Aires los vicecancilleres de EE.UU., Canadá, México, Costa Rica, Venezuela, Ecuador, Chile y el resto de naciones del Mercosur, sólo una porción de los treinta y cuatro países involucrados en la iniciativa Bush, que trabajaron con la mecánica de “grupo reducido” para acelerar el debate. El propósito era llegar a la próxima cumbre mexicana aunque sea con un non paper tímidamente consensuado.
Pero los problemas para concretar el área de libre comercio continental no son de forma, referidos a la mecánica de las discusiones, sino de sustancia. “Estamos trabados en el laberinto de las negociaciones”, fue la figura elegida ayer por el encargado de relaciones económicas internacionales de la Argentina, Martín Redrado, para expresar lo que en lenguaje corriente se dice, llanamente, “fracaso” o “falta de acuerdo”.
Como en las últimas reuniones, el debate estuvo muy polarizado. De un lado, Estados Unidos, con el acompañamiento de Canadá y el más disimulado de México, que no mira la situación con demasiado entusiasmo: el Alca podría significar compartir con otros las prerrogativas para acceder al mercado norteamericano que ya le dio el Nafta. Del otro lado, el Mercosur, que actuó compactamente, como si no existieran diferencias internas.
Los negociadores del bloque sureño no plantean ya que Estados Unidos desmantele el millonario esquema de subsidios que deja fuera de competencia a muchos bienes extranjeros, en particular los agroalimentos. La idea es que “compense” al Mercosur con una rápida eliminación de aranceles sobre esos bienes, ventaja que, en una segunda etapa, se haría extensiva a todos los países del Alca. Para ello reclamaron discutir antes que nada lo que técnicamente se conoce como “acceso a mercado”, algo que obligaría a Washington a concretar una oferta para desmantelar parcialmente su proteccionismo. Eso no fue posible.
Según aseguraron fuentes diplomáticas a Página/12, habría resultado casi imposible mover a Peter Algeier, el emisario de Bush, de su acotada propuesta de reducir las subvenciones sobre algunos productos que exporta, sacando de la agenda de discusión aquellos más sensibles a los intereses argentinos. Para peor, aquella limitada intención estadounidense ni siquiera está plasmada en un papel.
Como anzuelo, el Mercosur promete sentarse a negociar la apertura en inversiones y servicios, lo que más les interesa a los países del Norte, que sueñan tener trato de empresa nacional y otras condiciones ventajosas para incursionar, fundamentalmente, en la telefonía y las finanzas brasileñas. A semejanza de Uruguay, Brasil tiene realmente algo que ofrecer en esos terrenos, debido a las importantes regulaciones que tiene su economía. Otro cantar es el de Argentina, que durante la década pasada se abrió mansamente al capital extranjero, casi sin restricción.
Fuera de la discusión técnica, los emisarios de Luiz Inácio Lula Da Silva ayer insistían con la idea de un Alca light, casi como única fórmula para que el sueño de ponerla en marcha en el 2005 no se desvanezca definitivamente. Según este formato, planteado meses atrás en Miami, el área de libre comercio continental tendría una limitada base común y, sobre ella, se irían tejiendo otros acuerdos entre países o regiones. Así, cada nación concedería algo sólo a quien le ofrezca una contrapartida concreta. Pero a pocos meses del esperado lanzamiento, ni siquiera pudo construirse aquella plataforma elemental.