SOCIEDAD
Una vuelta a clases con veinte grados bajo cero
El ministro de Educación inauguró formalmente el ciclo lectivo en la Antártida. Hubo chicos de todas las regiones del país y cantó Teresa Parodi. Página/12 compartió el acto en Marambio.
Por Andrés Osojnik
El Hércules se bambolea torpemente entre el endemoniado viento polar. El ruido perfora los tímpanos y el aparato se acerca peligrosamente al hielo. Pero la tosca máquina toca finalmente la tierra, una pista de pedregullo congelado de sólo 1200 metros de largo. Y las piedras salen disparadas contra el avión. El C-130 ya está detenido, entre témpanos, moles de hielo, agua helada y un horizonte blanco y difuso. Es la Antártida, ese pedazo de país que tanto costaba dibujar en los mapas de la primaria. Para eso llegó el avión con chicos y docentes de todas las regiones del país y con el ministro de Educación de la Nación: a inaugurar el ciclo lectivo 2004 de la escuela que funciona aquí y las de todo el país, con veinte grados bajo cero de sensación térmica y la infinita quietud del hielo eterno.
Atrás quedó Ushuaia, a 1100 kilómetros y dos horas y media en el Hércules de la Fuerza Aérea. Ahora, aquí, resaltando sobre el blanco de la nieve están los anaranjados militares formados para la recepción de la comitiva.
Todos están con uniformes naranjas. Los 32 militares que viven aquí, entre los permanentes de la dotación y los transitorios, y los que llegaron en el avión, militares o no. Van de naranja el ministro de Educación, Daniel Filmus, promotor de la inauguración escolar antártica y el gobernador de Tierra del Fuego, Mario Colazo. Los chicos que vinieron de Jujuy, de Misiones, de San Juan, de Chubut y de Tierra del Fuego. Sus docentes y los ministros del área de esas provincias. También está de naranja Teresa Parodi, que llegó para mostrar que la cultura popular tiene mucho para darle a la educación.
El acto de inauguración está repleto de simbolismos. Todas las regiones del país representadas por chicos de escuelas públicas que llevan por nombre “Antártida Argentina” o “Base Marambio”. Las escuelas confesionales, presentes a través de alumnos de un colegio judío, otro católico y otro evangélico, los tres de Buenos Aires. Teresa Parodi cantando que “nos han robado hasta la primavera, pero no pueden con nuestra canción”.
Y el lugar elegido para la orden de largada formal a las clases en todo el país: “Este lugar tan duro, tan difícil, tan argentino”, resumió Filmus. Este lugar donde hablar de soberanía es inevitable. “Esta escuela es una muestra de la defensa de la soberanía, como también se hace soberanía en todas las escuelas del país, donde se forma a los chicos para un país soberano, independiente, sin ataduras a ningún centro de poder mundial.” Filmus prometió que éste será el año “de la reconstrucción educativa”.
“Vamos a dar el ejemplo con el trabajo y el esfuerzo para tener autoridad frente a los docentes para que redoblen ellos también su esfuerzo. Solo así le podremos pedir lo mismo a los chicos”, señaló y puso como ejemplo del esfuerzo a la escuela de la Antártida, que en realidad funciona en la Base Esperanza, otro nombre más para el día de los simbolismos.
Es que todo lo que se haga en la Antártida tiene el aura de lo épico. Ayer se izó la bandera con Aurora y se cantó el Himno, y el tono era ése: lo explicó Filmus al decir que “por alguna razón, uno se siente más argentino cuanto más lejos está de los centros urbanos”.
Aquí, en la Antártida, en la Base Marambio, del otro lado del continente y el mundo, se lo vive de esa manera. Así quedó reflejado en la teleconferencia posterior de los chicos que vinieron a la Antártida para el acto y los que viven y estudian aquí con alumnos de una escuela de Caballito y Roxana Perazza, la secretaria de Educación de la ciudad.
Mientras, los integrantes de la Fuerza Aérea que forman parte de la dotación actual de la Base vigilan que todo se cumpla con las estrictas normas antárticas para la preservación del medio ambiente: que nadie se aleje del grupo, que nadie camine fuera de las pasarelas, que todos tengan en cuenta el cuidado con los residuos. La Base es en realidad un conglomerado de construcciones, de color naranja todas, que tienen diferentes usos: depósitos, talleres, alojamiento, comedor, biblioteca, esparcimiento y hasta un hangar. Todo, unido por pasarelas que permiten llegar de un lado a otro en condiciones climáticas extremas.
El de ayer, pese a los veinte grados bajo cero de sensación térmica, fue un día primaveral para la zona: la temperatura aquí puede llegar a -60 grados de sensación térmica. De todos modos, terminado el acto, la teleconferencia y el brindis posterior, hubo que correr hacia el Hércules: durante las casi cuatro horas de permanencia en la Base, el avión quedó en marcha para que no se congelaran los motores. Y el combustible gastado ya no permitía más dilaciones para el regreso a Ushuauaia. El ciclo lectivo 2004 había quedado inaugurado.