ECONOMíA › AUMENTO DE LAS NAFTAS Y MIEDO A LA HIPERINFLACION
A las puertas del infierno
Por David Cufré
Como es habitual en el mercado de los combustibles, luego de un aumento de precios de Repsol YPF el resto de las empresas imita su política. Ayer fue el turno de Shell, que desde la medianoche subió el valor de su línea de combustibles en un 4 por ciento promedio, exactamente igual a lo dispuesto por la petrolera española el último sábado. La disparada del dólar provocará nuevos incrementos en el sector, según admitieron ejecutivos de las principales compañías. Cuando la moneda estadounidense rondaba los 2 pesos, Página/12 reveló que las petroleras habían acordado con el gobierno subas secuenciales de hasta un 40 por ciento. Con el dólar al doble, se descuenta que la pauta de aumentos será muy superior.
“Nosotros lo que menos quisiéramos en este momento es tener que subir los precios, sabemos que la demanda va a caer, no es bueno para el negocio, pero tampoco podemos trabajar a pérdida”, razonó el vicepresidente de administración de Shell, Juan Sabogal, al justificar la última suba. Tras ello, anticipó que habrá otros ajustes debido a la escalada en el tipo de cambio. “Si no se logra un precio diferencial (del crudo) para el mercado interno, o que algunas variables macroeconómicas mejoren, es obvio que estos precios tendrán que ir reacomodándose para tomar una rentabilidad. No habló de ganancias, sino de salir de pérdidas” aseguró.
Shell aumentó la nafta V-Power de 1,199 a 1,239 peso, lo que implica un ajuste del 3,3 por ciento. En el caso de la súper, el nuevo valor es de 1,139 (4,6 por ciento), mientras que la común pasó a 0,959 (3,2 por ciento) y el gasoil a 0,639 peso (6,7 por ciento). La petrolera indicó que “el costo de nuestra materia prima, el petróleo crudo que compramos a los productores, continúa aumentando considerablemente a consecuencia de la devaluación”.
Allegados a Remes Lenicov confesaron a este diario su temor a una escalada considerable en el precio de los combustibles por la suba del dólar. Y eso tendría un impacto importante en el Indice de Precios al Consumidor. Una de las razones por las que la inflación no fue mayor en enero y febrero es que los combustibles, las tarifas de servicios públicos y los alquileres no pegaron un salto. Pero esa barrera de contención empieza a resquebrajarse. En el Gobierno admitieron ayer que será muy difícil la negociación con las privatizadas. “A un dólar a 2 pesos podíamos decirles que esta vez tenían que hacer un esfuerzo y absorber la mayor parte de la devaluación. Pero con un valor de 4 no tenemos mucho margen para contener las tarifas”, dijeron cerca de Remes a Página/12.
Dentro del peronismo, las declaraciones de Duhalde en las que no descartó una hiperinflación y dijo que en tal caso “tendremos que bancárnosla” no causaron ninguna gracia. “Si esto no lo paramos ya, en dos semanas tenemos hiperinflación”, alertó uno de los economistas del justicialismo. “La híper del ‘89 se dio con una tasa de desempleo del 6 por ciento y antes del ingreso de un gobierno nuevo con verdadero poder político. Duhalde no tiene ni idea de lo que puede pasar si caemos en la híper”, concluyó.