ECONOMíA › PRINCIPIO DE ACUERDO CON LA UE PARA DESGRAVAR EL COMERCIO

Entrar a Europa puede ser menos caro

 Por Cledis Candelaresi

Aunque a título informal, según la jerga diplomática, la Unión Europea propuso ayer al Mercosur desgravar progresivamente la importación de bienes agroindustriales, algo que hizo las delicias de los funcionarios argentinos que participan en Bruselas de esta etapa clave en la negociación interbloques. Pero para que esa estrategia seductora sea realmente eficaz hace falta que Brasil dé algunos pasos decisivos para abrir amplia y genuinamente a las empresas europeas su apetecible mercado de servicios financieros y telecomunicaciones, el verdadero bocato di cardinale para el Viejo Mundo.
En realidad, el Mercosur ya propuso a los europeos tratar a sus empresas como nacionales para que inviertan en comunicaciones, finanzas, construcción y otros servicios. Apertura que, en rigor, Argentina ya ofreció desde hace varios años al rubricar acuerdos recíprocos de inversión con muchas naciones europeas. Los mismos que hoy invocan accionistas de empresas privatizadas para exigir ante los tribunales arbitrales del Banco Mundial una indemnización por el congelamiento tarifario.
Pero Brasil, el socio más relevante por la envergadura de su mercado, aún tiene mucho por hacer, aun en el caso de que aquella oferta que el bloque sureño puso sobre la mesa de negociación efectivamente se concretara. Los europeos saben que Brasilia preserva algunas “condicionalidades”, como la ley que le permite al presidente brasileño cambiar por decreto, cuando y cuanto desee, las reglas para los inversores extranjeros que se instalen en el futuro.
Presumiblemente, esta discusión no se agote en esta ronda belga de negociaciones, sino que continuará el 27 de mayo en la cumbre de Guadalajara, a la que asistirán ministros y presidentes, incluido Néstor Kirchner. Pero para entonces, ambos bloques prevén llegar con un avance concreto en el borrador de un acuerdo de libre comercio, que debería estar listo para octubre próximo.
Europa no escatima esfuerzos en ese sentido, y por eso intenta mejorar la oferta sobre bienes agrícolas, que son clave para Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Hasta marzo pasado, la Unión había propuesto liberar en una década el ingreso de más del 90 por ciento de los productos argentinos, por ejemplo. Pero esa nómina excluía expresamente aquellos productos en los que nuestro país tiene mayor potencial exportador: carnes, cereales, aceites, azúcar y productos alimenticios procesados.
Ayer habría demostrado “un mayor grado de compromiso”, a los ojos de Martín Redrado, secretario de Relaciones Económicas Internacionales y jefe de la delegación negociadora argentina. Fue cuando para el ánimo argentino propuso beneficiar con aquella desgravación íntegra, con una reducción a la mitad de los aranceles o con la fijación de cuotas de importación a bienes “agroprocesados” (como galletas, aceites, yogures, mantecas o chocolates) u otros industriales, tal como esperaban los negociadores brasileños.
A cambio no sólo reclaman la efectiva liberalización del rubro servicios, incluidas las “compras gubernamentales”, sino que el sub-bloque latinoamericano también elimine en el máximo de diez años la protección sobre bienes industriales que Europa quiere vender. En el caso de la Argentina, esa aspiración involucra a papeles, textiles o calzados, entre otros, todos muy sensibles a la competencia externa. “Vamos a iniciar un proceso de consulta con el sector privado”, promete un cauto Redrado.
Nadie va a romper lanzas en Bélgica. Después de celebrar acuerdos de libre comercio con México y Chile, la Unión Europea está empeñada en hacer lo propio con el Mercosur, ampliando su plataforma de influencia política en la región a través del comercio: para eso bien le viene aprovechar el vacío generado por el actual estancamiento de las negociaciones por el ALCA. Argentina, por su parte, está deseosa de profundizar los lazos conla UE, hoy el principal destino de sus exportaciones. Más aun: los 75 millones de habitantes de los países del Este, formalmente integrados esta semana, representan un mercado potencial muy atractivo.
Con un acuerdo comercial, Buenos Aires anhela también ganar chances de eludir lo que por ahora parece un inevitable designio para la región: que las inversiones de la Europa rica sean naturalmente succionadas por los nuevos miembros.

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