ECONOMíA › CONTACTO ENTRE ECONOMIA Y ACREEDORES. KIRCHNER SIGUE PEGANDO
“Toman la oferta y si no, mala suerte”
El secretario de Finanzas recibió a uno de los sectores de bonistas ligados a Nicola Stock para hablar de la oferta de reestructuración. Al mismo tiempo, Néstor Kirchner volvía a cargar contra los que volvió a denominar “fondos buitre”.
Guillermo Nielsen, secretario de Finanzas, se reunió ayer con representantes de tenedores de títulos en cesación de pagos, entre ellos con Adam Lerrick, del grupo ABRA, una de las vertientes del comité de bonistas que encabeza el “duro” Nicola Stock. Se trata del primer contacto con los acreedores luego de que el pasado martes se diera a conocer el Plan Buenos Aires, que reemplazó a la oferta de 8 meses atrás en Dubai. En tanto, el Presidente de la Nación reiteró en Río Gallegos que no habrá una nueva oferta que modifique la presentada el martes. “Acá no hay segunda vuelta, o la toman o mala suerte, los argentinos no vamos a poner en juego la viabilidad”, señaló Néstor Kirchner, que volvió a denunciar que “los fondos buitre están nerviosos y están actuando (...). Son especuladores, compraron los bonos a 7 u 8 pesos (contra 100 de valor nominal) y quieren obtener todo el lucro posible”.
En este contexto, representantes de los bancos que asesoran al Gobierno en la reestructuración viajarán en pocos días a Washington para entrevistarse con altos funcionarios del Fondo Monetario Internacional. El objetivo, en este caso, es convencer al organismo financiero de las bondades del nuevo plan a fin de que no interfiera en la negociación con los bonistas.
Los grupos de acreedores se reunieron con el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, quien estuvo acompañado por sus colaboradores más cercanos. De acuerdo con la ambigua información suministrada por fuentes del Ministerio de Economía, “la reunión se realizó con el objeto de avanzar en el canje de deuda”. Un dato llamativo fue la insistencia de las fuentes del ministerio en negar que los encuentros significaran algún tipo de renegociación de los términos anunciados. “Esto, y que quede claro, no fue un encuentro para negociar, sino para avanzar en el proceso de canje”, sostuvieron.
Quienes visitaron a Nielsen fueron los integrantes del Argentine Bond Restructuring Agency (ABRA), una vertiente del Comité Global de Acreedores (GCAB), que lideran Nicola Stock y Hans Humes. Los asistentes por ABRA fueron Adam Lerrick, Alejandro Gurría, Enrique Bollini, quienes dicen representar a tenedores de títulos italianos, alemanes, austríacos y japoneses. Lerrick, devenido en duro representante de los bonistas, es quien junto a Alan Meltzer había sugerido, sobre el final del 2001, que la Argentina debía refinanciar su deuda incluyendo una fuerte quita.
Fuentes vinculadas con la negociación sugirieron que la presencia de los integrantes de ABRA supone cierta división de criterios en el GCAB, agrupación que se adjudica la representación de tenedores de bonos por 37 mil millones de dólares. La especulación se apoya en el completo rechazo a la propuesta, manifestado desde Roma por Nicola Stock, uno de los presidentes de GCAB, quien llevando al límite su función como lobbysta de los bancos italianos sobreactuó su reacción al Plan Buenos Aires.
Otro punto de la estrategia de renegociación será el viaje a Washington de dos representantes de los bancos que asesoran al Gobierno en el cambio del Plan Dubai, el Barclays y el Galicia. Los banqueros se entrevistarán con Anne Krueger. El objetivo es convencer a la funcionaria de que el nuevo plan de pagos para los acreedores privados es el mejor que la Argentina puede lograr. Según señalaron las fuentes vinculadas con la negociación, sería una gran ayuda para la máxima adhesión entre los acreedores que el FMI se corra de su función de lobbysta de los privados y deje que la negociación se concentre sólo entre el Gobierno y los bonistas. En otro de los encuentros de ayer, Nielsen se reunió con representantes de los tenedores de bonos locales, quienes también consideraron insuficiente el Plan Buenos Aires.
La propuesta gubernamental consiste en una quita de 75 por ciento sobre el capital exigible que asciende a 81.200 millones de dólares y reconocer los intereses corridos desde la declaración de default en 2002. De esta forma, el monto de deuda a emitir para canjear por la actual asciende a entre 38.500 y 43.200 millones de dólares, a los que se agrega también una sensible mejora de los intereses, de entre 2 y 3 veces los del Plan Dubai.