ECONOMíA
Para López Murphy, sólo quedarán en pie uno de cada tres bancos
Coincide con la visión del FMI. El Banco Central parece cercano a esa idea. La medida que autoriza a los bancos a devolver los depósitos a partir de enero aceleraría el proceso. Dura interna con Remes Lenicov.
Por Maximiliano Montenegro
Para el ex ministro Ricardo López Murphy, economista dilecto de la banca extranjera, en el futuro sólo quedaría en pie 1 de cada 3 bancos que operan en la Argentina. Así lo pronosticó a mediados de esta semana, en una exclusiva reunión con hombres de negocios. No es ningún secreto que el Fondo Monetario Internacional presiona por la apertura rápida del corralito, aun a costa de la caída de buena parte del sistema financiero y de que el dólar vuele aún más alto. El Banco Central, conducido por Mario Blejer, parece cada vez más cercano a la idea de que en los próximos meses habrá que alentar una nueva “depuración” de bancos. Sin embargo, Jorge Remes Lenicov y su equipo se oponen.
El jueves por la noche, el Banco Central emitió una sorpresiva circular, autorizando a los bancos a devolver “a voluntad” la totalidad de los depósitos reprogramados en el corralito a partir de enero de 2003. La norma provocó revuelo no sólo en los bancos sino también en el Ministerio de Economía, cuyos funcionarios buscaban en las últimas horas –a pedido de Remes– alguna salida elegante para congelarla, sin pisotear públicamente a Blejer. Este argumenta que fue una de las condiciones que fijó en los últimos días la misión del Fondo Monetario que se encuentra en el país para destrabar la asistencia financiera. Sin embargo, en Economía aseguran que no existe tal condición, aunque admiten que es un paso que Washington mira con simpatía.
En la práctica, si se mantuviera en firme, la medida le pondría una fecha de colapso a aquellos bancos nacionales y oficiales sin posibilidad alguna de abrir “voluntariamente” el corralito en un plazo tan corto. Y si bien sólo hay tiempo hasta el 15 de abril para “sacar” el plazo fijo del banco mediante la compra de un bien registrable, aceleraría la fuga de dichas entidades, especialmente, de las cuentas a la vista.
En el Central dicen que, al contrario, la decisión no busca debilitar a algunos bancos sino a presionar a los bancos extranjeros para que respondan a los depositantes con dólares traídos del exterior.
Fuese o no una condición del FMI, lo cierto es que Blejer ya avisó que no habrá más redescuentos blandos para las entidades con dificultades para devolver depósitos, aún protegidas por el corralito. Esta sí –coinciden en el Central y en Economía– fue un reclamo expreso del Fondo y seguramente acelerará la “depuración bancaria” que pretende Washington.
Como publicó Página/12, entre enero y mediados de marzo, el Central siguió entregando millonarios préstamos en pesos y a muy bajo interés no sólo al Galicia y a la banca oficial sino también a un grupo de bancos extranjeros (Sudameris, ScotiabankQuilmes, Creditanstalt y Bisel) y a pequeñas entidades locales.
De ahora en más, la política será distinta: los bancos locales tendrán que esforzarse para sobrevivir sin la ayuda del Central y los extranjeros aportar dólares desde sus casas matrices, antes que pedir la mano generosa del Estado argentino.
“Pensar en un sistema que se reduce a un tercio del preexistente no parece ser una visión pesimista”, afirmó el miércoles pasado Ricardo López Murphy en una selecta reunión con empresarios. Sin embargo, no explicó cómo se logrará llevar a cabo ese proceso sin una gran convulsión social y política.
El efímero ministro de De la Rúa, distribuyó, además, un “paper” en el que imagina el rol de los bancos después del corralito: “no habrá más remedio que avanzar a un sistema de banca de transacciones” (para cobro de servicios), sostiene. También vislumbra un lugar para la “banca de inversión off shore” (es decir, que administre ahorros en el exterior) y para las entidades que se dediquen a prefinanciar exportaciones. De otro modo: habrá bancos que para la inmensa mayoría de los argentinos no funcionarán como bancos. Habrá que olvidarse por muchos años del crédito bancario para adquirir una vivienda, un auto o un electrodoméstico.