ECONOMíA › LA LINEA DE POBREZA SE UBICA EN 723 PESOS
La cesta no se llena
La canasta básica de alimentos y servicios, que define qué familia es pobre, alcanzó un valor de 723 pesos el mes pasado. El Indec informó que los salarios formales subieron y los informales bajaron.
Las canastas básicas de alimentos y total, utilizadas para determinar los niveles de pobreza e indigencia, respectivamente, crecieron en junio tres veces menos que la inflación al ajustarse el 0,2 por ciento. En lo que va del año el aumento fue de 1,1 por ciento, manteniendo una relación similar respecto de la evolución del Indice de Precios al Consumidor, informó el Indec. Esto se explica porque la mayoría de los bienes que aumentaron en niveles similares o superiores a la inflación no están incluidos entre los productos considerados básicos. En tanto, el Coeficiente de Variación Salarial (CVS), que refleja la evolución de los ingresos salariales en el conjunto de la economía y para todos los sectores, creció en mayo el 0,3 por ciento. El dato, sin embargo, es que mientras en el sector formal de la economía los salarios crecieron 0,4 por ciento, en el informal cayeron el 1,5 por ciento, precisamente el sector donde se encuentran la mayoría de los pobres, lo que confirma la continuidad de la distribución regresiva del ingreso.
Para la economía política de los siglos XVIII y XIX el precio del trabajo se regía por el mismo criterio que el de cualquier otro bien. Este criterio era el del valor. La pregunta, entonces, era cómo se determinaba dicho valor: se decía que por el costo de reproducción del bien. En el caso del salario, el costo de reproducción era el de mantener viva la fuerza de trabajo. Es decir una suma equivalente al costo de la canasta de bienes necesarios para que el trabajador viva y se “reproduzca”. Esta es la base del concepto de “salario de subsistencia” generalizado luego por la economía neoclásica. Se trata, con matices, de la misma idea que subyace en la metodología para la determinación de las líneas de pobreza e indigencia que realiza el Indec, las que determinan la cantidad de pobres que hay en la economía y, dentro de ellos, la cantidad de indigentes.
Así, indigente es aquel que no puede adquirir una Canasta Básica de Alimentos (CBA), elaborada sobre los requerimientos kilocalóricos y proteicos que demanda un adulto de entre 30 y 59 años de actividad moderada y en función de los hábitos de consumo de la población. Si en cambio puede adquirir la CBA, pero no llega a la Canasta Básica Total (CBT), que además de los alimentos incluye otros bienes y servicios como vestimenta, transporte, educación y salud, entonces es pobre, pero no indigente. El “salario de subsistencia”, en este contexto, sería entonces el que le permitiría a una familia tipo, por ejemplo, la integrada por un padre de 35 años, madre de 31 y dos hijos 8 y 5 años, acceder al menos a una CBT. En junio esta familia habría necesitado para ello 723,31 pesos, el 0,2 por ciento más que lo que necesitó en mayo. Esto significa que el aumento fue de aproximadamente un tercio de la inflación, cuyo nivel general fue del 0,6 por ciento. La misma evolución experimentó la CBA, que pasó de 329,58 a 339,26 pesos.
Ello se debe a que con excepción de algunos productos, como la yerba y el pan, el grueso de los alimentos que aumentaron por encima de la inflación, como por ejemplo el vino, la cerveza, el yogur, algunas conservas y el jamón cocido, no se encuentran entre los productos considerados básicos, cuya demanda, en el actual contexto, no parece dispuesta a convalidar aumentos de precios. Una conclusión posible es que la menor recuperación de ingresos en los sectores de menores recursos evitó que se convaliden precios más altos.