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Una pelea interna en la cúpula del español Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) puso al descubierto una compleja estructura de fondos negros destinados, entre otros fines, a “acompañar” el crecimiento de las inversiones del grupo en América latina. El escándalo, que no es ajeno a la puja política entre el gobernante Partido Popular y la oposición del PSOE, deja traslucir un verdadero modus operandi en la expansión latinoamericana del capital español, el que no vaciló en financiar al depuesto presidente peruano Alberto Fujimori, a su monje negro Vladimiro Montesinos y hasta la campaña presidencial del venezolano Hugo Chávez. Las transferencias clandestinas resultan inquietantes si se considera que el BBVA participó activamente en la concentración del sistema financiero argentino, donde controla el BBVA Francés y la AFJP Consolidar, y se cuenta además entre los principales accionistas de las privatizadas Repsol YPF y Telefónica.
El BBVA, la segunda entidad financiera española, se conformó como tal a fines de 1999 como resultado de la fusión entre los bancos Bilbao Vizcaya (BBV) y el Argentaria. La operación motivó que la nueva empresa sea copresidida por los titulares de las dos firmas madre, Emilio Ybarra, del BBV, y Francisco González, del Argentaria. Cuando en septiembre de 2000 llegó el momento de presentar por primera vez el balance conjunto, Ybarra informó a González la preexistencia de fondos negros por unos 385 millones de dólares.
Los recursos paralelos eran gestionados desde paraísos fiscales, por una fundación en Liechtenstein y por varias sociedades en las islas de Jersey. Entonces se decidió blanquear como “ganancias extraordinarias” alrededor de 200 millones de dichos fondos. Sin embargo, el resto, 185 millones, siguieron ocultos. El dinero había sido invertido en 22 fondos de pensión a nombre de los integrantes del consejo directivo del BBV. Según fuentes oficiales, este ocultamiento habría generado una gran tensión entre Ybarra y González, tensión que finalizó con el reconocimiento de la existencia del dinero negro restante, el alejamiento anticipado de Ybarra y la asunción de González como único presidente del BBVA.
Fuentes de la oposición socialista del PSOE interpretaron que este movimiento en la cúpula de la segunda entidad financiera de España respondió, antes que a los afanes de transparencia de González, al manejo del oficialismo del PP para ubicar gente propia al frente de las empresas del grupo. Solo así se explicaría que el banco central español haya reconocido apenas hace menos de un mes que investigaba las “ganancias extraordinarias” declaradas como parte del ejercicio del año 2000. La verdad, sostienen desde el PSOE, habría servido al PP para “extorsionar” y desplazar a los involucrados. Las revelaciones motivaron ayer las renuncias del vicepresidente de la entidad, Gervasio Collar, y de Juan Urrutia, miembro del consejo de administración, los únicos dos integrantes del consejo de administración del BBVA que figuraban en la antigua dirección del BBV.
Fuera de la puja política, el destino dado a los fondos negros revela también un modus operandi en la expansión del capital español en América Latina. El grupo BBVA posee activos por 270 mil millones de euros y fondos propios por 11.760 millones. En Latinoamérica, donde trabajan 65 mil de los 98 mil empleados, posee inversiones en 11 países, entre ellos, Brasil, México, Argentina, Perú y Venezuela. Entre sus participaciones societarias se cuentan cerca del 10 por ciento de Repsol YPF –lo que le alcanza para conducir la petrolera a través de Alfonso Cortina, también directivo y accionista del BBVA– y el 7 por ciento de Telefónica. Las investigaciones realizadas hasta ahora muestran que los fondos negros fueron utilizados, por ejemplo, para financiar la campaña presidencial de Hugo Chávez y para la compra del banco mexicano Bancomer. También se habrían registrado transferencias vía la filial de Puerto Rico hacia cuentas de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos.