ECONOMíA › CUANDO TERMINE EL DEFAULT, LA PELEA POR LA DIVISA
La próxima es por el dólar
Ya no serán bonistas indignados sino capitales golondrina y financistas listos a especular a la baja. Hay factores externos y estacionales jugando en contra, y medidas en preparación.
Por Claudio Zlotnik
Es la pulseada que se viene, una vez que termine la pelea con los acreedores por la reestructuración de la deuda. Del otro lado ahora no estarán los bonistas defolteados. Su lugar lo ocuparán financistas ávidos de obtener jugosas ganancias en el mercado cambiario. El Gobierno espera una fuerte entrada de capitales golondrina y se prepara para evitar que esa ola empuje el dólar hacia abajo. La estacionalidad y lo que ocurre en los países vecinos permite avizorar que el dólar bajará en las próximas semanas. La pregunta que hay que hacerse es hasta dónde.
Al mismo tiempo que siguen minuto a minuto las aceptaciones al canje que llegan al Bank of New York, los funcionarios de Economía diseñan la estrategia para mantener el dólar. Las próximas dos semanas serán decisivas para determinar las medidas.
Además de ajustar los controles al ingreso de capitales será determinante la actuación del Banco Central y del Nación en sus intervenciones en el mercado cambiario. Por ahora no hay acuerdo entre Economía y el Central sobre la estrategia a seguir: mientras que Lavagna quiere ver un BCRA más activo, Martín Redrado preferiría que las mayores compras las hiciera la mesa de operaciones del Banco Nación. En el último mes, la autoridad monetaria vino disminuyendo sus adquisiciones diarias –terminó el viernes con 10 millones de dólares–, mientras que el Nación las fue incrementando: toda la semana pasada embolsó 30 millones diarios.
La posición de Redrado se basa en que no puede desviarse del programa monetario y que tiene poco margen para moverse porque si interviene más de lo que está haciendo corre dos peligros: o sube la inflación o suben las tasas. La suba del 1,5 por ciento del IPC en enero, si bien se explica mayoritariamente por las subas en los precios de los servicios ligados al turismo, encendió alarmas en algunos despachos oficiales. En Economía se muestran menos dramáticos: “El costo del dinero se sitúa en niveles mínimos y no existe el peligro de que se detenga la recuperación del crédito”, afirmó un miembro del equipo económico a Página/12.
En los bancos apoyan la posición de Redrado. Los financistas aseguran que una suba de las tasas perjudicaría la recuperación del sistema. Y que desviaría la atención de las inversiones productivas a favor de los activos financieros. El temor de los banqueros radica en que un incremento de las tasas pasivas (las que ofrecen por los depósitos) les quite márgenes de rentabilidad.
Para demostrar que no será fácil sostener al dólar en los niveles actuales, basta una ojeada a la experiencia internacional. En el último año se nota un constante incremento de los flujos de capitales privados hacia los países emergentes, como el argentino. Si se toman en cuenta sólo los préstamos internacionales a empresas, la entrada de divisas, que en 2001 y 2002 resultó de unos 100 millones de dólares cada año, en 2004 se duplicó. Trepó a 223 millones de dólares.
Entre los países latinoamericanos, Brasil fue el más elegido por los inversores. La Argentina, que por ahora quedó al margen de las opciones, volverá a formar parte del menú no bien salga del default. Ni en Economía ni en el Banco Central quieren estimar la magnitud del ingreso de capitales especulativos. Pero advierten que el fenómeno empezará a notarse antes de que finalice el verano.
La presión sobre el tipo de cambio no se limitará a los denominados “dólares financieros”. El segundo trimestre suele caracterizarse por una fuerte entrada de divisas de los exportadores, que liquidan en el mercado sus ventas de oleaginosas. Los últimos dos años tuvieron una tendencia marcada: en el 2003, los exportadores vendieron 1900 millones de dólares entre enero y marzo y justo el doble entre abril y junio. El año pasado sucedió algo parecido: liquidaron 2600 millones de dólares durante el primer trimestre y 4050 millones en el segundo.
La fuerte presión por la lluvia de dólares fue detenida por el Banco Central, que el año pasado intervino con 5780 millones de dólares durante la primera parte del año. ¿Tendrá este año el mismo poder de fuego? En la city dudan, y descreen de los especialistas que invocan que este año se nota una disminución de los precios y que por ese motivo entrarán menos dólares. Si bien es cierto que los commodities agropecuarios se abarataron, también resulta verdadero que se pronostica una cosecha un 10 por ciento mayor a la del año pasado.
Los especialistas que siguen la evolución diaria del dólar suponen también que este año se repetirá la tendencia bajista del año pasado: entre diciembre de 2003 y marzo de 2004, la paridad cayó de 2,96 a 2,90 pesos. La caída se profundizó al mes siguiente, cuando el dólar tocó un piso de 2,84 pesos.
“Si cae por debajo de 2,80 sería perjudicial para la economía”, razonó la fuente de Economía, en diálogo con este diario. Los principales bancos de inversión internacionales pronosticaron que el dólar caerá a una banda de entre 2,80 y 2,85 en las próximas semanas. Hay algunos especialistas que invitan a no cerrarse en torno a la discusión dólar alto-dólar bajo y extienden la mirada a lo que ocurre con otras monedas.
Vladimir Werning, economista jefe del estadounidense JP Morgan, aseguró a Página/12 que, más relevante que seguir la relación peso-dólar es monitorear la tendencia de la moneda brasileña, el real. “Desde agosto, el dólar en Brasil bajó de 3,05 a 2,60 reales, mientras que en la Argentina descendió mucho menos: de 3 a 2,92 pesos. Esto significa que mientras la apreciación del real fue del 15,3 por ciento, la del peso resultó de tan sólo el 3 por ciento. Y la inflación en ambos países fue similar”, destacó el economista del JP Morgan.
Para Werning, estos movimientos de las monedas redundaron en que la competitividad argentina mejoró desde mediados del año pasado. Básicamente porque Brasil es uno de sus principales socios comerciales. “Hay que sacarle dramatismo a la baja del dólar. Está ocurriendo en los principales mercados”, relató el economista.
El debate está abierto. Y en el Gobierno dicen tener todo listo para la próxima pulseada.