ECONOMíA › EL RUEGO DE ECONOMIA

Que Ginóbili no arruine la fiesta

Lavagna les recuerda a sus colaboradores más optimistas que siempre puede haber algún problema inesperado antes de que suene la chicharra. Igual ya calculan el incentivo adicional que lograrán los bonistas por el crecimiento y discuten con el Central sobre medidas para mantener el dólar.

 Por Claudio Zlotnik

Roberto Lavagna pide mesura a su equipo de colaboradores, que están muy entusiasmados por la marcha del canje. El ministro les dice que la operación se asemeja a un partido de básquet. Que puede ocurrir como en el partido con Serbia y Montenegro cuando Manu Ginóbili encestó un doble inolvidable, el del triunfo, en el mismo momento en que sonaba la chicharra del final. En este caso, con el trueque de papeles de la deuda, el temor es que ese doble lo hagan los acreedores más duros. Esa pelota entrando en el cesto propio sería una presentación judicial que trabe el canje en los últimos días. Por eso prefiere ser cauteloso. Su equipo de colaboradores igual no puede contener el optimismo y ya ha empezado a sacar cuentas del incentivo adicional que tendrán los bonistas que adhieran a la operación.
Por el mayor crecimiento económico del año pasado, los acreedores percibirán 100 millones de dólares. Que se transformarán en 254 millones si, como indica el consenso del mercado, la economía se expande otro 6 por ciento en 2005. Tan entusiasmados están que, descontando el éxito de la operación que implicará una fuerte afluencia de dólares, han empezado a evaluar las medidas que se tomarán para tratar de mantener cerca de 3 pesos la paridad cambiaria. Un paquete de medidas que ya está generando cortocircuitos entre Lavagna y el presidente del Banco Central, Martín Redrado.
Los 100 millones de dólares que ya se aseguraron los acreedores se deben a que la economía creció más de lo pautado. En el prospecto de la reestructuración de la deuda se estableció un PIB “base” de 275.276 millones de pesos. Como finalmente superó ese nivel –la estimación es que quedó en unos 279.000 millones (a precios constantes)–, los bonistas recibirán un premio. Cabe recordar que los nuevos bonos tendrán un cupón atado al crecimiento, y los acreedores cobrarán un plus en caso de que la economía crezca por encima de las previsiones.
Como la expansión de 2004 rondará el 9 por ciento, en el Palacio de Hacienda estiman que habrá un “arrastre estadístico” de 3,6 puntos para este año. Por ese motivo, los cálculos apuntan a un crecimiento del PIB de al menos 6 por ciento en 2005 y a una inflación cercana al 8 por ciento. En ese caso, el giro adicional a los bonistas totalizará 254 millones de dólares.
El inminente final del canje aceleró las conversaciones entre Economía y el Banco Central para analizar una batería de medidas que limite las presiones sobre el tipo de cambio (ver nota central). Los funcionarios advierten que el éxito de la reestructuración atraería una oleada de inversiones especulativas desde el extranjero.
Una muestra de lo que puede ocurrir en el futuro cercano ya sucedió en las últimas jornadas:

- Se incrementó la entrada de capitales dirigidos a inversiones financieras. En el último mes alcanzó un promedio diario de 11 millones de dólares. En los meses pico del año pasado, el monto había sido de apenas 2 millones por día. Si bien en el Gobierno afirman que la situación no es “abrumadora” y que por ahora se concentra en pocos inversores, advierten que la tendencia podría profundizarse en las próximas semanas.

- Se achicó en forma sensible la demanda de dólares en la city. Este hecho indica que se detuvo la fuga de divisas.

- Se nota una aceleración en la liquidación de dólares por parte de los exportadores. El apuro tiene que ver con la expectativa de que la cotización del dólar caerá.

- Los bancos están deshaciendo sus carteras dolarizadas para pasarse a inversiones en pesos. De hecho, sus tenencias de billetes verdes se encuentra en mínimos históricos: entre 3 y 4 puntos de su patrimonio.

En este contexto, Lavagna quiere dar una señal contundente de que busca mantener el tipo de cambio lo más cerca de 3 pesos. Hay dos motivos que lo estimulan: no perder competitividad de la economía y evitar la formaciónde una burbuja especulativa. Así como en el 2002 la demanda de dólares aumentaba a medida que su cotización se escapaba, el temor en Economía es que la avalancha de capitales derribe el tipo de cambio y en ese contexto se exacerbe la economía. Cuando la burbuja se pincha sobreviene la crisis, sostienen cerca del ministro.
La visión de este escenario generó cortocircuitos entre Economía y el Central.
Desde Reconquista 266 propusieron habilitar una baja del dólar a 2,80 pesos y defender esa paridad. Desde Economía se negaron. El argumento es que si se cede ante la presión del mercado después habrá una nueva pulseada para bajar el dólar a 2,70 y después a 2,60 y después...
La propuesta del equipo económico consiste en defender la cotización actual. Se acepta darle cierta volatilidad al tipo de cambio para evitar darles un seguro de cambio a los operadores. Incluso insinúan que podrían comprar billetes verdes más caros, como una forma de castigo a los especuladores.
En el Central ponen reparos a esta estrategia. Los técnicos afirman que soportar un dólar como el actual implicaría aumentar las intervenciones en el mercado y, por lo tanto, se correría un riesgo serio de incumplir con el programa monetario vigente. Lo que a su vez podría ser interpretado como una señal inflacionaria.
Desde el Palacio de Hacienda responden: “Un Banco Central preocupado principalmente por la inflación no se corresponde con la actual política económica”. Según las metas inflacionarias del Central, este año tiene un techo del 8 por ciento. En Economía admiten uno superior, del 10 por ciento. “Un Banco Central independiente, con reputación, no significa un organismo inflexible con sus propias metas. La reputación se adquiere si las metas monetarias son consistentes con una economía en crecimiento”, disparó una fuente de Economía, en diálogo con este diario.
El programa monetario es el que le pone límites a la intervención del Central en el mercado. En ese programa se establecen con precisión los montos mínimos y máximos de pesos que deben circular por la economía y, en base a ello, se establecen los rangos de inflación. Pero Economía quiere que el BCRA emita lo necesario para sostener el tipo de cambio y que, para evitar un brote inflacionario, esterilice parte de la emisión de dinero con el lanzamiento de Letras.
Algunas de las medidas que discuten los funcionarios de Economía y del Central son las siguientes:

- Imponer una barrera al ingreso de capitales especulativos “a la chilena”. El plazo mínimo para dejar los fondos en el país sería de un año. Se impondría un encaje del 20 por ciento.

- Se habilitará a los bancos a que dolaricen parte de sus activos.

- También habrá una batería de normas para reducir la oferta de divisas en el mercado y, a la vez, se permitan aplicaciones de esos fondos en el extranjero. Por ejemplo, un exportador que tome un crédito en el exterior podría derivar sus dólares como garantía de ese préstamo. Ahora, los exportadores (con excepción de las petroleras y las mineras) están obligados a liquidar sus divisas en el mercado local.

“Las intervenciones en el mercado cambiario tienen más de arte que de ciencia”, definen en Economía. Y si bien reconocen que los controles cambiarios aplicados en Chile y en Colombia no pudieron impedir la revaluación de las respectivas monedas locales, los funcionarios aseguran que al menos sirvieron para modificar la composición de los capitales que entraban: en vez de corto fueron de largo plazo.

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Martín Redrado opone algunos reparos a la estrategia de Economía.
 
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