ECONOMíA
La suba mundial del crudo le duele a la Argentina
El petróleo alcanzó un precio record en el mercado mundial. También subió el gasoil, lo que repercutirá en los valores a los que deba importar la Argentina entre abril y junio para cubrir las necesidades de la cosecha gruesa. El país no importa crudo, pero sí su precio.
Por Raúl Dellatorre
Si los precios del petróleo en el mercado local se siguen ajustando en función de la cotización internacional, el nuevo record que se alcanzó ayer en las plazas de Nueva York y Londres amenaza con traerle un nuevo dolor de cabeza al Gobierno. El crudo tipo Intermedio de Texas (WTI), tomado como referencia para el producido en la Argentina, cotizó al cierre a un valor record de 56,46 dólares por barril, 2,5 por ciento por encima del día anterior. Los contratos para entrega en abril de gasoil terminaron la sesión a un valor de 1,59 dólar por galón (3,78 litros), equivalente a 42 centavos de dólar por litro. Entre abril y junio la Argentina necesitará importar unos 500 mil metros cúbicos (500 millones de litros), para atender la demanda de la cosecha gruesa que no alcanzará a ser cubierta por la producción local. Aun cuando el Congreso vote la desgravación de la importación de gasoil, el precio por litro puesto en puerto de Buenos Aires no podría bajar de 1,71 peso, contra 1,419 a 1,479 al que se vende en las estaciones de servicio, según hayan aumentado o no en la última semana. En el Gobierno, varios ya les encienden una vela a Hugo Chávez y a Pdvsa, esperando que el suministro llegue desde ese origen con una generosa bonificación respecto de los precios de mercado.
El fuerte descenso en las reservas de naftas y gasoil informado ayer por la Agencia de Energía de Estados Unidos catapultó los precios, pese a que los nuevos niveles no son inferiores a los tradicionales para esta época del año. En tanto, la decisión de los países miembros de la OPEP, reunidos en Irán, de aumentar en 500 mil barriles la oferta diaria, no logró tranquilizar al mercado.
Según confiaron representantes de países miembros de la OPEP, el gobierno estadounidense presionó para lograr un incremento mayor, ya que el dispuesto apenas “sincera” la actual oferta de los países exportadores. Rafael Ramírez, ministro venezolano de Energía, era partidario de mantener invariado el cupo, pero aseguró que el suyo fue el único país que no recibió llamadas de Washington. “Venezuela no acepta presiones de nadie”, exclamó.
La elevación de los precios internacionales del crudo preocupa a los países importadores, y especialmente a Estados Unidos. Pero también a la Argentina, que pese a ser productor y exportador neto es, curiosamente, “importador” de precios para su mercado interno. Los productores de hidrocarburos, en su totalidad del sector privado, venden a paridad internacional tanto al exterior como al mercado interno. En este último, tomando de referencia el precio internacional y descontándole una diferencia por calidad y el impacto de las retenciones a la exportación, que les deja neto un 69 por ciento del valor al que venden al mercado mundial. De forma tal que para las distintas calidades del crudo producido en la Argentina, el precio de venta oscila entre 26,50 dólares (tipo Escalante) y 43,50 por barril (tipo Hydra, paga menos impuestos por ser de Tierra del Fuego) puesto en refinería. Estos valores van subiendo a medida que se eleva la cotización internacional.
Bajo el actual esquema de precios, prácticamente la única herramienta que se reserva el Gobierno es subir las retenciones, con lo cual bajaría el precio de paridad. La otra es castigar a las empresas que aumenten el precio final, llamando a comprarles el combustible a las empresas integradas, que por esa razón tienen un costo mucho más bajo en refinería. Este tipo de política, elegida por el presidente de la Nación en la última semana para azuzar a Shell y Esso, fue ayer cuestionada por una diputada allegada al Gobierno, Alicia Castro (Frente para el Cambio). Le reclamó al Gobierno, junto con otros legisladores, que controle la fijación de precios por parte de Repsol-YPF, al recordar que esa empresa “ejerce una posición dominante en el mercado”. “El Gobierno acusa a Shell, pero es como enojarse con una panadería porque sube el precio del maíz”, dijo la legisladora aludiendo a la suba del crudo sin justificación interna algunaque practican Repsol y otras petroleras, y el traslado al precio de los combustibles que realizan las petroleras no productoras. Los diputados Mario Cafiero, Claudio Lozano y Héctor Polino acompañaron dicho reclamo.