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El economista en jefe del Banco Mundial para América Latina alabó ayer la buena performance del canje de deuda pero sugirió negociar con los bonistas que quedaron afuera para evitar que proliferaran los litigios. A esta recomendación previsible, el técnico añadió otra a contramano del discurso industrialista: Argentina y la región deben apostar al crecimiento a través del desarrollo del campo. Las retenciones locales no atentarían contra este objetivo: en definitiva, son “un incentivo para que los industriales de la alimentación consigan materia prima un 20 por ciento más barata”, relativizó.
El ensalsamiento de las potencialidades del agro surge de un trabajo que Perry presentará en las próximas horas en Expochacra y en el que hasta se sugiere modificar el método para calcular la población rural, con miras a favorecerla con mayores servicios. De aplicarse esa fórmula, Argentina tendría el 45 por ciento de su población total en ese segmento, en lugar del 10 por ciento actual.
Después, para los expertos bancomundialistas la clave de la prosperidad del sector agrícola dependerá de una genuina apertura de los mercados, algo que para Perry es mucho más factible de conseguir mediante las negociaciones en la Organización Mundial de Comercio que a través del Alca. Según los modelos teóricos de liberalización comercial total utilizados por el Banco, Argentina está entre los países más favorecidos junto a Canadá y Brasil.
La otra condición es que los sectores agrícolas mejoren su productividad, con un mejor acceso a la infraestructura y los servicios. No importa si éstos son provistos por empresas públicas o privadas, mientras sean eficientes. En este caso, para Perry debe primar el pragmatismo que reclamaba el líder chino Deng Xiaoping: “No importa si un gato es rojo o negro sino que cace”.