ECONOMíA › UN INFORME DE MERRILL LYNCH ADVIERTE SOBRE LA CRISIS ENERGETICA
Ojalá que el invierno sea templado
Para la consultora, todo depende del clima, tan favorable en el 2004. Si el invierno es duro, esta vez faltará gas y habrá apagones.
Por Maximiliano Montenegro
“Una nueva crisis energética es el riesgo más grande que enfrenta nuestra visión positiva de la economía argentina en el 2005”, dice un informe de Merrill Lynch, uno de los bancos extranjeros que asesoró al Gobierno en el canje de la deuda. El documento, que circula por despachos del Ministerio de Economía, afirma además que “los proyectos de inversión clave en infraestructura vienen atrasados”, mientras que la demanda de energía sigue creciendo. Y advierte que si este invierno el clima no fuera tan templado como el pasado, la crisis sería mucho más grave.
Merrill Lynch todavía no cobró su tajada de los 200 millones de dólares que prometió el gobierno a los tres bancos extranjeros que lo asesoraron en el canje de la deuda. Pero al parecer ya no pesa sobre la entidad la veda que se autoimpuso para opinar sobre la situación de la economía argentina. Los analistas del banco acaban de distribuir entre sus clientes un estudio que en Economía examinan con atención. Sin eufemismos, se titula: “¿Cuán cerca está una nueva crisis energética en la Argentina?”.
En el 2004, explica el paper, la crisis no fue tan profunda porque el gobierno tomó una serie de medidas para paliarla: importaciones de gas de Bolivia; importación de electricidad de Brasil; y compras de fuel oil a Venezuela para abastecer a las centrales termoeléctricas. Según cifras oficiales, esas medidas implicaron un costo fiscal superior a los 1400 millones de pesos. Pero el país se salvó de una crisis de mayores proporciones no tanto por obra del Estado sino de la naturaleza: “temperaturas de invierno más altas de lo normal” evitaron que un salto del consumo hiciera colapsar al sistema. “Para el 2005, las cosas lucen bastante duras”, alerta el informe. Por varios motivos: “La demanda de energía continúa creciendo” y “los proyectos de inversión clave en infraestructura (transporte de gas y generación eléctrica) vienen atrasados”. En este punto, la impresión del banco norteamericano coincide con los comentarios que, en privado, deslizan en el equipo económico, apuntando la responsabilidad en el Ministerio de Planificación, que conduce Julio De Vido: “Las condiciones hidrológicas se anuncian desfavorables”, con poca agua en ríos y represas; “Las reservas hidroeléctricas del Sur de Brasil son bajas”, por lo que este año no se podría importar electricidad; “La capacidad de transporte y almacenamiento de combustibles alternativos para las centrales eléctricas (fuel oil/gasoil) es limitada”.
Así las cosas, “el clima será el factor clave para este año: si durante este invierno las temperaturas son más frías de lo normal en los principales centros urbanos, las interrupciones en el suministro de gas para la industria serían mucho más importantes que durante el año pasado”. También deja entrever que serían necesarias más restricciones para los consumos de familia. De hecho, el gobierno ya anunció que extendería a todo el país el PURE (Plan de Uso Racional de la Energía), que dispone premios a los ahorros y multas a los gastos en exceso.
“La oferta eléctrica se presenta todavía más incierta”, asegura el banco. Y aunque no habla explícitamente de apagones, da a entender que podrían ocurrir, de haber picos extraordinarios de consumo.
Por supuesto, los economistas de Merrill Lynch creen que más temprano que tarde el Gobierno deberá ajustar las tarifas domiciliarias. “La ausencia de aumentos tarifarios para financiar nuevas inversiones podría continuar limitando la inversión en proyectos fundamentales en el sector privado”, argumenta. Sin embargo, la entidad reconoce que la administración Kirchner ya adoptó “medidas correctivas” como el ajuste del precio de gas a grandes usuarios y a usuarios industriales. En mayo del 2004, el precio del gas subió 35 por ciento y volvió a escalar otro 16 en octubre último. De hecho, los aumentos previstos, del 16 por ciento en mayo próximo y otro tanto en julio, “llevarían los precios esencialmente a niveles pre-devaluación”. Después de encender tantas luces amarillas, Merrill Lynch confirma que este año su pronóstico de crecimiento para la economía argentina es del 6,8 por ciento, “de no ocurrir una escasez importante de energía”.