SOCIEDAD
Un festival informático que abre puertas en lugar de Ventanas
En 106 ciudades de Latinoamérica, entre ellas Buenos Aires, se desarrolló en forma simultánea el Install Fest, festival de Software Libre, en el que se instaló el sistema Linux en lugar del Windows.
Por Mariano Blejman
–¿Qué distro GNU/Linux tienen? ¿Knoppix?
–Ahora estamos trabajando los Ubuntu, mucho mejor que Knoppix.
–¿Por qué?
–Es otra Debian, funciona mejor que Mandrake, aunque no tan estable como la Sarge. Ubuntu tiene el mejor apt-get GUI de los que andan dando vueltas...
–¿Detecta los discos S-ATA?
–Pero hay que hacer un upgrade del Kernel, de 2.4 a 2.6. Decile a los del Lug que te den un cd.
–¿Es un Live cd?
–Trae dos: un installer y un Live. Podés hacer un root loader, para configurar las iptables... Pero te detecta todo, cuando levanta. Si tenés una red, configurala con DHCP.
¿Chino básico? ¿Lenguaje en código? No. O bueno, sí. Una de las infinitas conversaciones que se escucharon el sábado pasado en 106 ciudades de 13 países de América latina. Fue durante la realización del Install Fest, el Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre. En Buenos Aires, cerca de 200 personas aparecieron con sus computadoras con sistemas operativos Windows y se fueron a sus casas usando Linux, felices y contentos. Algo similar ocurrió en cada una de las ciudades donde se desarrolló el Install Fest, encuentro sobre Linux más grande, jamás conocido en América latina.
Miles de personas fueron “evangelizadas” –justo el día en que Juan Pablo II se encontraba con Dios– con las palabras sanadoras de Linus Torvalds, el creador de Linux, sistema que actualmente es algo así como el corazón del Software Libre. El soft creció de manera exponencial en los últimos años, tanto en la cantidad de usuarios como en la mejora de su “amigabilidad”, algo que en sus inicios fue centro de críticas. Pero Linux ya no es sólo “el sistema operativo de los hackers” como alguna vez se pensó. Ahora, es un producto masivo. Decenas de adolescentes –y sus correspondientes computadoras instaladas con Windows 95, 98 o XP– llegaron el sábado a la FM La Tribu, en Lambaré al 800 (un lugar con muy pocas ventanas) y se fueron hablando el idioma “open source”. Un trabajo de hormigas que se reproducen como conejos.
El crecimiento de la “comunidad” de Software Libre ha sido vertiginoso también, y cada vez más el “código abierto” se presenta como una alternativa real, efectiva, y en la mayoría de los casos gratuita, frente al monopolio de Microsoft Windows, y sus costosas licencias. A diferencia del sistema privado, cerrado, acumulativo, creado por Bill Gates, el Software Libre permite un trabajo comunitario desde todo el mundo, descentralizado, socializante de la información. Los usuarios no deben pagar por las licencias (como con Windows), ya que la filosofía de código abierto es que la información debe ser gratuita y distribuida, y que los códigos de computadoras no son más que información compilada. “Los Install Fest son eso: una fiesta, nos gusta tanto Linux que nos ponemos contentos cada vez que terminamos de instalar una computadora y el usuario se va feliz a su casa con su sistema”, contó Pablo Medrano, del CafeLug de Buenos Aires a Página/12. Desde Porto Alegre, Brasil, Pablo Lorenzzoni informó que habían participado 250 personas, y que más de 60 instalaciones habían sucedido de forma satisfactoria. “Los mayores problemas fueron algunos hardwares incompatibles como los Winmodems”.
En América latina, Brasil, Venezuela y Colombia llevan la delantera política para favorecer el desarrollo de Linux. Sus gobiernos han apostado fuertemente a su instalación en las redes gubernamentales, algo que el gobierno argentino todavía no encaró con la misma decisión. Para Hugo Chávez y Lula Da Silva, Linux es una cuestión de Estado. Desde Maracaibo,Venezuela, cuenta el coordinador Gregory Aular Franco, que se trabajó duramente para llegar al día. Allí -.como aquí– fueron patrocinados por Novell. “Todavía no sé de dónde salió tanta gente”, contó Aular Franco por vía electrónica, cuyo evento tuvo unos 200 participantes. “Lo más curioso es que aparecieron decenas de ‘instaladores’ nuevos, hay un recambio importante de gente con conocimientos necesarios como para instalar cualquier Linux”.
Los Install Fest se vienen realizando esporádicamente en Argentina desde mediados/fines de los ‘90, pero la coordinación de un día específico para instalar Linux en toda América latina habla de un crecimiento “activista” de la comunidad. Pablo Medrano de Buenos Aires, explicó: “Nosotros hacemos esto porque creemos que el Software Libre es la forma en que deben desarrollarse los sistemas informáticos. Somos parte de una comunidad, generalmente no ganamos plata vendiendo software, aunque sí haciendo soporte y mantenimiento para empresas y sectores del Gobierno”.
Antes, en las fiestas, se juntaba dinero para la bebida. El sábado, en Buenos Aires, una parte de los usuarios vendía “pines”, remeras y bolsos con la carita del Pingüino, un emblema de Linux desde sus inicios, para poder montar un nuevo servidor. Su seguro servidor.
Muchos de los “instaladores” trabajan actualmente en empresas de seguridad, o en áreas del Gobierno donde pueden desarrollar sus conocimientos de Software Libre. Y la decisión de promover en la ciudad el uso de Ubuntu (una de las versiones de Linux) tiene que ver con la robustez de quienes están detrás de ese proyecto. Ubuntu es un sistema basado en Linux, disponible gratuitamente, que forma parte de la comunidad, pero también tiene soporte profesional. Los creadores de Ubuntu creen que “el software debe estar disponible gratuitamente, que debe ser usado en sus idiomas locales, y que la gente debe tener la posibilidad de personalizar su sistema”.
Pero detrás de toda esta idea de Software Libre, se encuentra el concepto del Copyleft, desarrollado por el gurú informático Richard Stallman (que el año pasado vino a la Argentina). El Copyleft usa las mismas reglas comerciales que el Copyright para registrar las creaciones informáticas en el mercado. Sin embargo, la cláusula principal del Copyleft es que permite expresamente que los programas puedan ser distribuidos gratuitamente, pero además, modificados, sin tener que pedirles permiso a quienes lo crearon. Un cambio revolucionario tan simple y poderoso como el “copy-paste”.