Lunes, 27 de febrero de 2006 | Hoy
ECONOMíA › DE VIDO ESTUDIA CENTRALES QUE LO USEN
Por Cledis Candelaresi
¿Por qué si el carbón representa el 20 por ciento de la matriz energética de Estados Unidos, en la Argentina no llega al 1? ¿Por qué si Brasil alimenta con ese carburante las usinas eléctricas próximas a Uruguay, el reactivado yacimiento de Río Turbio apenas abastece a una modesta centralita santacruceña? Esas serán algunas de las ideas que comenzó a desmenuzar Julio De Vido luego de que una empresa privada le hiciera llegar un informe con un contundente argumento para revalorizar aquel combustible: puede ser un buen sustituto del gas que, según insisten los empresarios del rubro, podría llegar a escasear en la Argentina del 2009.
El ministro de Planificación revisó con atención la idea que le acercó una empresa energética local, fundada en datos de la International Energy Agency, que prueban las bondades de utilizar el carbón, a pesar de los reparos ambientales. Precisos cálculos mediante, el texto que llegó al despacho ministerial argumenta que, de mantenerse estable el precio actual del carbón (56 dólares la tonelada en el mercado internacional), resultaría un insumo más barato que el gas para producir energía eléctrica.
La inversión inicial para construir una central alimentada a carbón es muy superior a la de gas, en parte por las tareas accesorias para mitigar el nocivo impacto sobre el medio ambiente: 1100 dólares el kilowatt de una, contra sólo 600 de la otra. Pero después, el combustible propiamente dicho termina resultando más económico, con lo que las ecuaciones finales se equiparan.
Finalmente, es una opción mucho más económica que la de fuel-oil con el que Venezuela asistió a la Argentina para paliar su crisis originada en el faltante de gas. Puesto en números: el gas importado desde Bolivia, en condiciones similares a las que ese país le provee a Brasil, puede superar los 4 dólares el millón de BTU (si se le añade el costo del transporte hasta una usina), contra poco más de 4 que costaría la unidad equivalente de carbón y algo más de 7 de la fuel. De remate, el carbón es más fácil de conseguir en el mundo y su precio más estable que el del petróleo. Sudáfrica, en primer lugar, Canadá, Australia o Colombia, son potenciales proveedores.
De Vido, devenido en una de las figuras más fuertes del gabinete –desde la partida de Roberto Lavagna– empezó a sentirse seducido por la alternativa, en particular, cuando el Estado está por encarar con un grupo de generadores la construcción de dos centrales de ciclo combinado a gas, obras imprescindibles para evitar que en un par de años colapse el sistema eléctrico local.
Pero quizás hay otro punto aún más convincente para que Planificación cambie de criterio y se decida a duplicar la inversión inicial eligiendo que aquellas usinas sean nutridas a carbón, un camino que comenzó a barajarse por estos días en los despachos de esa cartera.
Según el cuadro de situación que bosquejaron hacia fin de año técnicos de Tecgás, una de las divisiones energéticas del grupo Techint, la Argentina tendría un déficit de gas a partir del 2009, por el previsible crecimiento de la demanda y el congelamiento de la oferta. El ministerio de De Vido sigue negando cualquier riesgo inmediato en este sentido, pero los cálculos privados parecen consistentes.
El faltante estimado por la empresa de los Rocca para ese año es de 10 millones de metros cúbicos por día y podría saltar rápido a 15 para el siguiente. Los especialistas privados estiman que antes de aquella fecha no habrá inversiones que permitan aumentar la producción y que tampoco es posible pensar en un aumento importante del aporte desde Bolivia. Ningún funcionario medianamente responsable podría ignorar la amenaza: no sólo pleitos diplomáticos por la interrupción de los contratos de exportación sino inevitables cortes de electricidad. De estallar, esa eventual bomba lo haría en manos de la próxima administración oficial. Pero lo que lecompete a ésta es negociar un precio razonable para comprar el gas de Bolivia, una de las reservas más importantes del continente y, básicamente, muy a mano. Y una cosa es enfrentar el afán de Evo Morales con total dependencia de su provisión y otra con el as en la manga de mudar algunos proyectos energéticos al carbón.
Ganar ese poder de negociación frente al país vecino, tal vez, dio el impulso final para que De Vido abrace el proyecto carbonífero todavía en etapa germinal y que, por añadidura, también calmaría la ansiedad de las industrias que requieren el gas como insumo vital y no quieren ser el pato de la boda en alguna eventual escasez. De cualquier modo, la idea también tiene el respaldo de técnicos ajenos a los negocios privados y a las oficinas públicas como Gerardo Rabinovich, del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi. “Ante la falta de garantías de disponer del gas, suena razonable la otra alternativa. Aunque es imprescindible estudiar la factibilidad técnica, económica y ambiental.”
Aún sin un estudio minucioso, el ministro se abalanzó con ímpetu juvenil sobre la reactivación de la mina de Río Turbio, que recibirá una inyección de 350 millones de dólares en los próximos años. Aunque este carbón, a diferencia del que se puede importar de otros lugares, tiene menor poder calorífico y, por lo tanto, podría resultar un insumo más caro.
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