ECONOMíA
No hay contagio, ni inflación ni una disparada del dólar, Lavagna dixit
Afirmó que se estabilizaron los precios en junio y que la tan “anunciada suba del dólar no se ha producido”. Horas después, se produjo.
Quizá no haya sido el mejor día para mencionarlo. “Hace dos meses que se viene anunciando una suba del dólar, y hasta ahora no se ha producido”, fue el modo que el ministro de Economía eligió para responder a la consulta de un empresario brasileño acerca de los riesgos de una disparada del dólar. Fue ayer muy temprano en la mañana, durante un desayuno organizado por el Grupo Brasil, cuando todavía no habían abierto los mercados y antes, por lo tanto, de que la divisa estadounidense alcanzara un nuevo pico de 3,85 pesos en las pizarras de las casas de cambio. Roberto Lavagna defendió la política de intervenciones del Banco Central en el mercado y aseguró que se observaba “un proceso de convergencia” en los últimos sesenta días. “La inflación residual en mayo fue baja y los datos anticipados de junio muestran una relativa estabilidad”, manifestó.
Frente a dos centenares de empresarios brasileños con intereses en Argentina, Lavagna cortó de raíz la alternativa de anclar el tipo de cambio. “Yo recuerdo que allá por la década del 50 hubo un gobernante europeo que intentó, mediante un decreto, prohibir la inflación, y no tuvo mucho éxito”, ironizó antes de señalar su rechazo a las “soluciones facilistas”. “El mercado depende de los volúmenes operados, lograr la máxima estabilidad posible es importante, y en este tiempo se ha logrado evitar los picos excesivos en el tipo de cambio”, describió el ministro, cuando aún el mercado cambiario no había abierto. El dólar alcanzó en la víspera el valor más alto desde que Lavagna está al frente del Palacio de Hacienda.
Refirió, respecto de la crisis regional, que “se puso de moda hablar de contagio, y es una mala manera de presentar las cosas”. A su criterio, la actual crisis es producto del “disfuncionamiento del sistema financiero internacional, por los capitales especulativos que están moviéndose rápidamente”, un problema que no es nuevo sino que también dio origen a las crisis del Tequila (1994/95), la del Sudeste asiático (1997/98), de Brasil (1998/99) y últimamente de Argentina, según detalló. “Cuando cada dos años alguien cae, no puede hablarse en forma tan simplista de contagio”, sentenció el ministro.
A su entender, el mal funcionamiento estructural del sistema está reclamando “una discusión a fondo sobre la necesidad de un nuevo sistema financiero internacional”. Algo que, según señaló, no está ausente en la discusión de las grandes potencias. “Krueger (Anne, vicedirectora del FMI) tiene un proyecto, Taylor (John, subsecretario del Tesoro de EE.UU.) tiene otro”, ejemplificó.
En cuanto a la nueva estructura post corralito para el sistema financiero local, Lavagna subrayó la necesidad de diferenciar entre “lo que es inversión extranjera y aquella de carácter especulativo, que busca maximizar utilidades a corto plazo en el lugar que sea, porque hoy no hay diferenciación” en cuanto a su tratamiento. Ello supondría algún mecanismo de control a la salida de capitales o diferenciación en el tratamiento impositivo (las colocaciones financieras hoy están indiscriminadamente exentas).
Ante la nutrida concurrencia empresaria, Lavagna defendió la vigencia del Mercosur y abogó por una integración más activa. “No ganaríamos nada con que un país se dedicara a commodities (bienes primarios) y el otro a la industria: es mejor un desarrollo intraindustrial en la región, crear cadenas de valor y, a partir de allí, buscar hacer cosas en conjunto en terceros mercados”, destacó el ministro, seguido atentamente por el ex ministro de Integración y actual embajador de Brasil en Buenos Aires, José Botafogo Gonçalves.
Por la voz del presidente de la entidad anfitriona, Eloi Rodrigues de Almeida, los empresarios brasileños reiteraron su intención de seguir la ejecución de las inversiones previstas en el país. “Debemos recapitalizar nuestras empresas”, reconoció De Almeida. Botafogo, al cierre del encuentro, formuló una autocrítica al señalar que “empresarios y gobiernos no hemos hecho los esfuerzos suficientes para ir en la conquista deterceros mercados, y hoy está visto que para la integración no basta con aumentar el intercambio: ya lo vivimos en estos años, cuando tras haber alcanzado un comercio de 18 mil millones de dólares anuales, en una coyuntura desfavorable, retrocedimos 10 años”.