ECONOMíA › COINCIDEN EMPRESARIOS A AMBOS LADOS DE LOS ANDES

El fantasma del gas se evapora

 Por Cledis Candelaresi

“Chile tiene que aceptar que no hay gas: no tenemos que hacer mala publicidad a la Argentina por eso”, recomendó ayer Horst Paulmann, titular de Cencosud. En boca de un empresario de origen trasandino, la minimización del problema energético resultó aún más llamativa que la prudente opinión al respecto del local Luis Pagani, quien recordó el inminente seminario que organizará el 5 de octubre AEA con la UIA para promover el “uso racional de la energía”. Los prominentes empresarios también coincidieron en que los acuerdos de precio no son una restricción para seguir invirtiendo en al Argentina, al aliento de las altas tasas de crecimiento.

“Hasta junio de 2009 tenemos proyectadas grandes inversiones en obras de 182 locales y la creación de 15 mil nuevos puestos de trabajo”, prometió el dueño de la cadena de supermercados Jumbo y comprador de Disco. “Nos sorprende que después de cuatro años estemos creciendo a este ritmo: eso hay que defenderlo”, remató Pagani, titular de Arcor. Ambos copresiden el Consejo Empresarial Binacional Argentino Chileno, que ayer desmenuzó en un seminario el marco para hacer negocios a uno y otro lado de los Andes.

A diferencia de las reiteradas protestas de empresarios y del gobierno de Michelle Bachelet por los cortes y el encarecimiento del gas que le provee Argentina, para Paulmann ése es un dato de la realidad que hay que aceptar sin cuestionamientos. Desde la óptica del local Pagani, el riesgo de quedarse sin energía para producir puede atenuarse si las empresas se reequipan con máquinas de menor consumo –algo que será evaluado durante aquel prometido seminario industrial del 5 de octubre—, amén de que muchas fábricas ya se habrían hecho del switch a gas licuado de petróleo (GLP).

Para ambos hombres de negocio tampoco son un obstáculo los acuerdos de precio, que si bien consideran una herramienta poco simpática para sostener en el largo plazo, hoy no les parecen una restricción insuperable para hacer negocios. “No nos condicionan. Son una forma distinta de trabajar, que desde afuera no se entiende, pero acá se comprende bien”, relativizó Paulmann, en una eventual defensa de la estrategia desarrollada por Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, exasperante para el grueso del empresariado.

Hubo otras coincidencias. Una sobre la importancia de fomentar el comercio entre los dos países, hoy notoriamente favorable a la Argentina, y en parte limitado porque los niveles arancelarios locales (en rigor, los del Mercosur) son altos en relación con los de Chile. La otra, sobre la importancia de fomentar la integración física, para que las producciones puedan salir tanto por los puertos del Pacífico como los del Atlántico. Tal es el interés, que el hombre de Arcor advirtió que los empresarios estarán “monitoreando la evolución” del proyecto del Ferrocarril Trasandino, anunciado y paralizado más de una vez. Asia así estaría más a mano para la producción argentina que, si se integra a la chilena, puede apostar a los mercados habilitados por los acuerdos de libre comercio que firmó Chile.

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